En comunidad

Tzedaká, trabajo sagrado, explicado por Diego Socolovsky, presidente de la Fundación

(SEGUNDA PARTE DE LA ENTREVISTA)

 

 

El trabajo de Tzedaká, una misión

La Comisión Directiva de Tzedaká. De izquierda a derecha: Armando Litvan, Milton Lubinsky, Mario Rybak, Andrea Wysokikamien, Mauricio Bergstein,  Diego Socolovsky, Gabriel Werba

 

 

(Apretando AQUÍ podés leer la primera parte de la entrevista)

 

P: No podemos no dedicar parte de esta entrevista a Tzedaká. Vos en tu trabajo, como dijiste, asesoras a familias en cómo manejar su dinero. Y en Tzedaká se presta ayuda. Hay gente a la que podés ayudar dándole cañas y enseñándole a usarlas, pero hay gente que precisa urgente el pescado. 

R: Sin duda, tenemos pobreza estructural en la comunidad, hay gente a la que siempre vamos a ayudar y no va a poder tener su independencia económica, por diversas razones, pero en lo que trabajamos fuerte en la fundación es en la promoción. Tenemos muchas historias de éxito hermosas, de gente que evolucionó y salió de la fundación y hoy son profesionales y tienen una vida independiente con muchas satisfacciones y también exitosa económicamente. Trabajamos con los jóvenes para darles un futuro, y eso es hermosísimo. A  veces no damos plata sino orientación. Cuando uno cae en crisis a veces queda como atormentado, apabullado o perdido, y sabemos que orientar acertadamente también ayuda a la gente para salir adelante, para reorganizar sus vidas. 

También aprendí que no todos tenemos las mismas oportunidades. Mucha gente tiene la suerte de nacer en familias con buenas condiciones económicas y de acceder a estudiar afuera, o tener buenos contactos para poder hacer negocios , pero hay gente muy capaz que no la tuvo. Y es importante reinsertar a la gente en la comunidad, que pueda desarrollar contactos que le ayuden para seguir adelante.

 

P: Claro, no basta a veces con el esfuerzo de uno. Es necesario también poder sobreponerse a dificultades objetivas que derivan de la situación de cada uno. 

R: Exacto, tenés que tener educación, mentalidad, y mucha gente no la pudo tener porque viene de situaciones críticas, pobreza, no tuvo tiempo de pensar y preocuparse de eso. Yo creo que esto viene de la historia misma de los judíos. Y lo digo con un ejemplo personal. Mi abuelo vino a Uruguay de la guerra, como tantos más, con su ropa en la valija y nada más, salvo la suerte de tener una valija. Llegó sin nada pero recibió apoyo. El papá de Bubi Rosenblum, de Motociclo, lo llevó a trabajar con él y un día le dijo: “Mattes, vos necesitás un auto, tomá esta camioneta, abrite tu negocio y me la vas a pagar el día que puedas y como puedas”.. Y ahí mi abuelo pudo salir adelante.

 

P: El papá de Bubi supo dar una mano y eso fue clave.

R: Así es. Siempre se lo digo a Bubi: tu papá ayudó mucho a mi abuelo. Mi abuelo fue una figura muy importante en mi vida, y siempre contaba de eso. Esa es la historia judía, es ayudar. Yo lo viví en mi familia y creo que eso también me trae a la fundación Tzedaká, poder ayudar a los otros como nuestras generaciones recibieron ayuda. 

 

P: ¿Podrías destacar, sin nombres, algunas historias de éxito de  Tzedaká?

R: Conozco gente que hoy son profesionales, que estudiaron, que hicieron estudios terciarios, se recibieron y tienen empresas, que fueron beneficiarios de la fundación. Y sin la fundación, no hubieran llegado. Hay ejemplos concretos de cosas que ayudan, sea pagar las fotocopias que un estudiante precisa hacer en la universidad, o por supuesto pagar becas para los estudios, el transporte, un escritorio para que se puedan sentar a estudiar, u otras facilidades que le permitan estudiar y también trabajar.  El principio es el mismo que el que ayudó a mi abuelo cuando era inmigrante.

Mi abuelo terminó teniendo su taller de bicicletas, teniendo sus ahorros y pudiendo salir adelante porque alguien lo apoyó en ese momento. Y lo que hacemos en la fundación para que la gente tenga es lo mismo: “tomá, acá tenés, salí adelante”. 

 

P: ¿Cómo fueron evolucionando los números de Tzedaká? 

R: Hay algo más de 530 usuarios, un poco más de 300 familias. El número ha sido bastante estable. Claro que hay gente que fallece pero por otro lado entran nuevas familias que precisan apoyo. Ahí hay de todo, un tercio son jóvenes, son chicos, gente joven con mucho futuro por delante. Otro tercio es estructural, adultos mayores con problemas de salud mental o salud física que no van a poder trabajar, que ya no están en esa etapa y los vamos a mantener hasta sus últimos días. Y hay un tercio ahí, en el medio, de padres con hijos chicos, jóvenes, niños, que también  ayudamos a promover. Puede ser  ponerle un acompañante a un hijo para que la madre pueda ir a trabajar, o un acompañante terapéutico a un hijo en el colegio para que pueda salir adelante…Hay historias muy emocionantes.

 

P: Se siente la satisfacción por lo que relatás.

R: Es que es un placer también lo que logra el equipo profesional increíble que trabaja en Tzedaká.  De hecho, a la Fundación le dieron un reconocimiento hace poco de parte de la  Fundación Manantiales, por la gestión que hacemos. Somos referencia también a nivel nacional, fuera de la colectividad. Estamos vinculados con diversos  organismos que saben cómo trabajamos y evidentemente ven la forma profesional en que trabajamos. Es un gran orgullo. Yo tomé la  presidencia cuando ya estaba todo hecho, pero claro que siempre hay mucho para hacer. Esto es un trabajo de generaciones, desde los fundadores hasta ahora que fueron profesionalizando esto de una manera increíble. 

 

La necesidad y la cercanía comunitaria

P: Cuando una persona entra en crisis y por diferentes razones precisa esa ayuda, ¿influye en su vida judía, en su actividad comunitaria? 

R: Sí. Cuando uno entra en crisis, en pobreza, más que nada cuando la pobreza ya se transmite de generación en generación, no te da el tiempo ni la cabeza de preocuparte de tu judaísmo, te vas desconectando y alejando. Y algo que dice la psicología financiera  y también lo dice la Cabalá, es la importancia de tener una comunidad, una red de sociabilización, y eso se pierde muchas veces en la pobreza. El hecho de volver, integrarte y sentirte parte de una comunidad, es una de las fórmulas que hoy te dice la ciencia y que decía la Torá, traerlos de vuelta y acercarse y sentirse parte, da seguridad y bienestar también, y es algo que trabajamos mucho el volver a conectarlos, acercarlos. 

Es que cuando te falta para comer no estás preocupado por ir a un shiur , a una clase de judaísmo, ni a un rezo o cena de Shabat, tenés que sobrevivir. Cuando empezás a ayudar, orientar y dar estabilidad, también posibilitás la conexión,  un ingrediente muy  importante en esta fórmula de mejorar la calidad de vida de la gente. Y lo ves, la gente participa de la actividad comunitaria que hacemos en la fundación de Rosh Hashana , por ejemplo,  los ves cantar, aplaudir y bailar, y te das cuenta de lo que eso significa. La gente se junta, se empieza a conocer, y tenemos grupos de sociabilización de gente mayor, y la felicidad de estar conectados y no sentir soledad es importantísima. La soledad es una enfermedad impresionante y poder mitigarla dando a la gente un marco social y comunitario, es maravilloso.

 

P: Es una gran cosa que la fundación y vos con lo que hacés, logren tanto. Da sentido a la vida sin duda.

R: A mí me encanta es tener la responsabilidad de sacar adelante las cosas, por eso acepté cuando me ofrecieron ser presidente.  Y todo cierra al final, cuando miras para atrás decís “qué increíble, nada fue casualidad, todo es parte de un plan”.  Veo que en la vida todos venimos a aportar algo, y que los talentos que recibí no eran para decir “ah, soy el presidente”, sino para poder hablar con la gente y abrirle el corazón para que done, o hablar con alguien para ayudarlo a reencaminar su vida económica… Siento que soy como un soldado en este rol. Me alegra poder cumplirlo. Como ya dije antes, hay gente que todavía no lo puede experimentar porque tiene algunos guiones financieros que lo complican, pero yo sé que el que logra ayudar se llena a sí mismo el alma. Yo  tengo la bendición de verlo y poder hacerlo. Y uno de mis proyectos en la fundación es sensibilizar a la gente para que se den cuenta de esto. 

 

Luz para el mundo y el concepto judío de Tikun Olam

P: ¿Cómo se combina el concepto de TIKUN OLAM de arreglar el mundo, con el precepto de ayuda?

R: Una de las principales causas de problemas, estrés y divorcios  en las familias es el dinero. Y el vínculo con el dinero es algo de lo que hasta ahora nunca se hablaba, estaba muy escondido, era muy secreto, muy vergonzoso y eso le causa problemas a mucha gente. El Tikun Olam viene a mostrarle al mundo que hay una manera mucho más sana de vivir, que la  industria financiera que te dice “hacete millonario de un día para otro” no dice la verdad.  Está comprobado que la gente no se hace millonaria en la bolsa sino trabajando. Y ahí viene traer luz al mundo, ayudar a la gente a  encontrar soluciones a sus vidas económicas, soluciones emocionales y soluciones prácticas también, de cómo manejar, de cómo invertir, de cómo ahorrar. Eso también es Tikun Olam porque al final del día eso repercute en el bienestar financiero y el emocional de las personas, de las familias, vas a criar hijos con un lenguaje más sano con el dinero y con su autoestima. 

 

P: O sea que el judaísmo tiene enseñanzas también en ese ámbito. 

R: Es que el judaísmo las trajo antes que todos. Es increíble cómo la Kabala  trae los mismos consejos que dan hoy la ciencia, la neurociencia, la economía del comportamiento. O sea que estaba todo escrito. Lo que pasa es que tampoco se hablaba de Kabala y hoy el mundo sí demanda mucho más, son generaciones que están mucho más ávidas de espiritualidad y sabiduría. Me impresionaron las coincidencias de la ciencia, cómo se alinean la ciencia y la espiritualidad. Hoy la ciencia está demostrando lo que la espiritualidad, la Tora, la Kabala hablaban hace 5.000 años, en la economía, en la medicina, pasa en todo. 

 

El aprendizaje y la identidad judía

P: Este aprendizaje  ¿te acercó al judaísmo en el sentido de intensificar algo de tu identidad judía o de tu práctica judía? 

R: No, yo vengo de una casa ya muy tradicionalista y mi judaísmo siempre se vivió en casa, celebramos todos los jaguím, las fiestas, el Shabat, comíamos comida kasher,  el judaísmo siempre estuvo muy presente en mi identidad , y lo incorporé porque lo que quedó claro no  fueron las palabras, fueron las acciones. Yo siempre digo que este negocio de ayudar es muy egoísta, uno lo hace y le llena el alma al que ayuda. Y de eso también habla la ciencia hoy, de la gratitud como mecanismo de bienestar, y todo lo que cambia en la generación de neurotransmisores el ayudar y el agradecer. Eso estaba escrito en todos lados, la tzedaká (beneficiencia, ayuda solidaria), este concepto tan judío es importantísimo, porque  ayudas a alguien, pero te estás ayudando a vos mismo a sentirte feliz por ello. El hecho es que el judío se despierta agradeciendo, con la oración “modé aní”, o sea “yo agradezco”. Y eso da bienestar, por lo cual la ciencia dice que agradecer permite tener  mejor calidad de vida. O sea que lo que entendí, lo que hago, no es que  me despertó más el judaísmo porque  ya lo tenía. Pero sí me hizo sentirme mucho más apasionado por todo esto . Y por eso me es importante  transmitirlo, no como misionero para convertir a nadie, sino como algo que puede ayudar a todos. La Kabala, la espiritualidad, es universal, sea cual sea tu religión. Todos creemos en un solo Dios, que es el mismo para todos, sea cual sea el nombre que le demos. Pues pongamos esto a disposición del mundo y que la gente esté más feliz. Yo lo hago del lado del judaísmo porque nací con esta alma judía, y es lo que aprendí.  Probablemente todas las religiones al final del día traen lo mismo: el agradecer, el valorar, la gratitud, el ayudar. 

 

P: No tengo palabras Diego. Gracias mil por esta entrevista que ha sido para mí, más que nada, inspiración.

R: Gracias a vos Ana.

 

Ana Jerozolimski
(23 Mayo 2025 , 19:50)

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Diego es Presidente de la Fundación Tzedaká

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