Diego es Presidente de la Fundación Tzedaká
PRIMERA PARTE
P: Diego, es un gusto tener la oportunidad de conversar contigo. Formalmente, esta es una entrevista al Presidente de la Fundación Tzedaká, una institución comunitaria que cumple una labor sagrada de ayuda a los más necesitados. Pero por tu actividad, por los énfasis que ponés a distintas cosas en la vida, va mucho más allá de ello. Entonces…¿cómo te presento?
R: Diego Socolovsky es un judío de esta comunidad que activa hace muchos años. Hoy me toca ser el presidente de la fundación, desde junio del año pasado. En mi lado laboral soy economista, asesoro familias en temas financieros. En esa mezcla de lo comunitario y lo laboral, es que encontré también un camino de presentar un libro con el Rabino Max Godet, en ese momento de la Kehilá, para traer luz al mundo y ayudar a la gente a tener un mejor vínculo con el dinero.
P: Eso es interesantísimo y debo contar que cuando te pedí la entrevista, vos enseguida te sentiste un poco incómodo y dijiste que aceptás solamente si esta conversación puede aportar enseñanzas a la gente, no porque tengas ahora tal o cual cargo. Este es el momento de explicarlo.
R: La verdad que no hago nada de esto por ego ni por mostrar títulos ni chapas. Yo creo que esto de ayudar- es lo que hace Tzedaká, ayudar- es algo que tengo adentro, el ADN, que en realidad lo tenemos todos los seres humanos. Lo que pasa es que yo vengo de una familia donde lo viví, porque mi padre fue activista toda la vida. Hay historias que uno no se olvida, como el vínculo que tenía con un nene muy pobre que entraba todos los días a su negocio a pedirle plata. Mi papá le daba ante todo un litro de leche, le decía que tiene que tomar la leche, le daba dinero para que se compre comida, le daba útiles para la escuela y le pedía que le muestre los cuadernos, para ver que iba a la escuela porque era importante hacerlo.
P: Hermoso.
R: Esas son las cosas que todos tenemos adentro, pero a veces hay gente que no tuvo vivencias y tiene algunos traumas financieros por algún problema que pudo haber tenido con su experiencia con dinero, cuyo resultado fue que no son capaces de donar. Pero yo vengo de una familia en la que siempre viví esa capacidad de ayudar , y encontré el lugar donde canalizarlo, que fue la Fundación Tzedaká. Entré en el 2002, cuando recién había empezado el trabajo de Tzedaká, al crearse un grupo Tzedaká joven, y nunca más me fui. Después me invitaron a estar en el board y dije feliz de la vida, porque era lo mismo que hacía, solamente con más responsabilidad, y el día que me dijeron para ser presidente sentí que era lo mismo. No es el cargo lo que a mí me importa sino tomar responsabilidad de hacer cosas. A mí me gusta hacer cosas, ejecutar, y no paro hasta que lo logro. Así que no concebía no aceptar, y aquí estoy.
P: Me imagino que entonces, tenés un encare similar en tu trabajo.
R: Claro, me pasó lo mismo trabajando como economista, ayudando a familias. Yo vengo de una cabeza muy cuantitativa, ingeniero frustrado. En esa época en la que empecé a estudiar ingeniería, en realidad me dedicaba mucho a hacer música y no estudiaba mucho. No pude ser ingeniero y decidí estudiar Economía, por descarte. Y resultó que me fascinó. Siempre hacía modelos cuantitativos, modelos predictivos, inteligencia artificial- cuando estudiaba en Estados Unidos y esto recién empezaba- y un día trabajando en inversiones con clientes me di cuenta de que la economía era un lindo ejercicio teórico pero no funcionaba en las inversiones. Y descubrí un camino, lo que un Nobel de Economía llamó la economía del comportamiento. De ahí pasé a la psicología financiera, hice un posgrado en psicología financiera, hice una certificación como money coach, como coach financiero… Y siempre pensando en la idea de traer luz al mundo, decidí encarar el tema de modo que pueda ayudar a la gente porque me parecía divino entender que el dinero es mucho más que eso, habla mucho más de la psicología y las experiencias de la gente que de optimizar una planilla.
Un economista y un rabino, un vínculo especial y un aporte de luz

P: ¿Y cómo llegaste de eso a tu vínculo con el rabino Max Godet?
R: Fue a raíz de todo eso que un día alguien me dijo “tenés que conocer a Max”. Yo dije “otro rabino más, la verdad que no tengo tiempo” [risas]
P: ¿Por qué dijiste otro rabino más? ¿A qué te referías?
R: Yo no lo conocía a Max. Ya tenía relación con JABAD y YAVNE Y me dije que ya estoy “cubierto” de Judaísmo. Pero por las casualidades de la vida, que nunca son casualidades -yo soy muy creyente, entonces nada es casualidad, todo pasa por algo-, me crucé con un vídeo de Max y dije “qué interesante” y levanté el teléfono. Me presenté, me senté ahí a hablar con él y le dije “quiero estudiar”. “Lo que vos hablás de Kabala es lo mismo que yo leo y estudio del lado de la psicología financiera y quiero saber qué más hay en los textos, en la mística judía”, le dije. Ahí empecé a estudiar con él y nos maravillamos los dos, porque yo le decía que me parecía increíble que lo que él me decía era lo mismo que yo había leído en tal o cual investigación. Y cuando yo le decía algo del campo del que yo venía, me decía: “ah sí, qué increíble, esto está en la Kabala”. Y un día lanzó la idea de escribir un libro juntos. Dije : “ adelante, traigamos luz al mundo, expliquémosle a la gente que hay un manejo del dinero desde el lado humano que es el que realmente funciona, el que trae bienestar, porque al final, lo que pasa con la vida, es que el bienestar financiero influye en el bienestar familiar, en la felicidad de la gente”.
Entendiendo el problema con el dinero
P: Es que realmente, la economía es algo muy humano, no meramente de números, porque si una persona no puede mantener a su familia, no mantiene cierto equilibrio, va a vivir con pesares todo el tiempo. O sea, el tema no es decir “quiero ser millonario”, sino manejarse de forma equilibrada con el dinero, tiene que haber consideraciones humanas y no meramente de números en el medio.
R: Todos tenemos que cubrir las necesidades básicas y eso es economía y eso es humano, está todo junto. Lo que pasa es que después, cuando ya estás más o menos con tus necesidades cubiertas, la gente tiende a estar insatisfecha. He conocido mucha gente con mucho dinero que no vive feliz, que siempre se está quejando, que siempre tiene un problema. Ese es el lado humano del dinero, entender qué pasa contigo y el vínculo con el dinero, por qué siempre estás insatisfecho, por qué hay quienes creen que los querrán más si tiene más dinero. No es así. Hay gente que se acostumbra a un nivel y quiere entonces pasar al siguiente, y si llegaste al otro, pues al de más arriba. Y yo creo que es importante entender qué pasó en tu vida, cómo lograr hacer pequeños cambios para vivir más feliz y lograr también el éxito financiero. Porque muchas veces uno no lo logra porque tiene en su inconsciente historias y cosas que lo traban, que lo boicotean a uno mismo, o que no le permiten hacer las cosas de la mejor manera posible. Y el desafío es entenderlo para poder crecer.
P: Si una persona es muy exitosa en los negocios, la empresa, lo que tiene, y realmente está en una muy buena posición, y nunca le basta, siempre quiere más, ¿es un problema de personalidad o el dinero lo corrompió?
R: Es un problema del ser humano. Hay gente que tiene mucho dinero y vive feliz. El problema es cuando uno se empieza a comparar, o cuando uno no logra estar satisfecho. La palabra es suficiente: suficiente no es dejar de ser ambicioso, es estar conforme con lo que uno tiene. El éxito no se mide por el número, no es llegar a un millón de dólares, a los 5 millones o a los 20, porque hay mucha gente que puede tener mucho y nunca va a sentir el éxito. El éxito pasa mucho más por qué pasa contigo y el dinero, qué representa el dinero, qué viviste en tu casa, cuáles son los guiones financieros -que es un término de la psicología financiera-, qué guión financiero tenés en tu mente que hace que tengas problemas para lograr tus cosas. Te estoy hablando del millonario y del no millonario. Es descubrir ese lado humano, conocerte, hacerte consciente de dónde vienen tus historias, no cargarlas más y hacer los cambios que tengas que hacer para potenciar tus características positivas y bajarle la intensidad a las otras. Todos tenemos de las buenas y de las malas, el tema es rebalancear eso, y ahí está la acción, ahí está lo importante del manejo del dinero para tener éxito.
Recuerdos personales, la base familiar
P: Me gustaría que me cuentes más de lo que palpaste en tu casa, lo que aprendiste de tus padres.
R: Bueno, mi padre estuvo en la directiva del YAVNE cuando se fundó, lo vi participar en comisiones de padres del colegio, de los fundadores, de los directivos, mi recuerdo de chico es de una actividad comunitaria de toda la vida. Siempre fue un activista, por lo judío, por lo comunitario y por Israel, y esas cosas se enseñan con las acciones, no con las palabras. Yo era chico y veía eso, aunque hasta determinada edad no lo entendía. Pero obviamente que eso te activa. Pero yo creo que todos somos solidarios, venimos con un alma que quiere ayudar y hacer el bien, hay mucha gente que por estos guiones financieros -ahí es cuando se junta todo esto, el lado humano y la economía, con el dar y el ayudar porque todavía tiene algunas trabas en su inconsciente, historias que vivió, miedos de carga, experiencias de cuando era chico o de grande, que hace que a veces no entienda lo importante y lo lindo de dar, y no lo puede disfrutar.
P: No tengo duda ninguna que dar y ser solidario, llena de satisfacción al que da, quizás más aún que al que recibe.
R: Así es. El que da es el que tiene más placer, al que recibe lo estás ayudando y le viene muy bien, pero el ayudar a la gente y cambiar vidas te llena el alma.
El tesoro familiar

P: Contame por favor un poco de tu familia.
R: Tengo dos hijos, Mili tiene 22 años estudia Licenciatura en Humanidades, yo digo que es la culta de la familia, también es una activista feroz, ya está muy con el tema de la Shoá y la discriminación. Ve lo que ocurrió el 7 de octubre como lucha por esclarecer y ya se metió en el Congreso Judío Latinoamericano, la llamaron del sector joven, activa, escribe en las redes, publica… ya es una activista. Es muy genia. Da clases de Shoá en la Integral, lo hace muy bien, todo esto que ella tiene adentro, es una divina, una divina persona, también, corazón solidario, pero increíble.
Cuando se hizo una campaña por las redes por Iair Horn, al ser liberado del cautiverio, como ella los conocía por el majón de madrijim, el instituto de liderazgo para jóvenes de los movimientos juveniles en el que tanto Iair como su hermano Eitán aún secuestrado fueron muy activos, ella me dijo: “papá, yo quiero donar” y ella donó de su plata. A mí me emociona que una chiquilina con 22 años saque de su bolsillo y done para ayudar a otros. Como padre, me llena el alma.
Y tengo también a Ilan, mi hijo de 17 años, que está en el liceo, también encaminado para el comportamiento social, le gusta lo mismo, es un poco lo que yo hago, discutimos y charlamos mucho. Él también en esas charlas que tenemos dice: quiero tener plata para poder hacer muchas cosas y ayudar a la gente. Ah, me encanta escuchar esas cosas, me encanta, porque también es algo de lo que yo hablo en el libro, ¿para qué es la plata al final? Para vivir mejor y para hacer que otras personas puedan vivir mejor, y me encanta escuchar esas cosas de mis hijos. Cada uno en su rol, ¿no?, el que quiere ser exitoso económicamente, para hacer obras, y plata, y traer con plata muchas cosas buenas, que al final del día ese es el lado humano del dinero. Así que los dos tienen un corazón increíble…

(Continúa en una segunda parte, que puedes leer apretando AQUÍ)