En comunidad

El conceptuoso discurso de Martín Glass, Presidente de la OSU, en la entrega del Premio Jerusalem

En una emotiva velada cuyo eje central giraba en torno a la defensa de Israel y el reconocimiento a los amigos no judíos de esta causa, al entregarse el Premio Jerusalem al Dr. Washington Abdala, el primer discurso fue el pronunciado por Martín Glass, Presidente de la Organización Sionista del Uruguay. Está al frente de  todo un liderazgo joven y dinámico en la institución, una nota importante en la vida comunitaria.

 

Arriba: Daniel Machado, Javier Galperín, el Dr. Abdala, Alexia Gerstein, Martín Glass, Osvaldo Haber, Karina Sapolinski. Abajo: Ylan Archimowicz, Melanie Gandelman y Brian Jaffe. (Foto: Tamara Rausky)

 

Es un placer reproducirlo. Vale la pena.

Al final del texto, está el video.

(…)

Es un privilegio tomar la palabra, en nombre de la Organización Sionista del Uruguay, en esta nueva edición de entrega del Premio Jerusalem, un reconocimiento que lleva 35 años destacando a personalidades comprometidas con los valores fundamentales del pueblo judío y del ideal sionista.

El Premio Jerusalem no es una distinción simbólica. Es un reconocimiento a quienes hacen de los valores de la libertad, la verdad y la justicia una guía de vida. Es un reconocimiento a quienes se animan a alzar la voz cuando muchos prefieren callar. A quienes entienden que defender a Israel no es un acto partidario ni ideológico, sino un compromiso con los principios más básicos de la convivencia y la dignidad humana.

Nos llena de orgullo que muchos de los anteriores galardonados sigan acompañándonos año tras año. Quien se suma hoy a este selecto grupo —que representa lo mejor de nuestro país— es motivo de profunda alegría. Y también de tranquilidad: porque recibir los mensajes celebrando esta elección, nos confirma que esta distinción está en las mejores manos.

Hoy entregamos este reconocimiento al Doctor Washington Abdala, un referente de nuestro país que ha demostrado, a lo largo de toda su trayectoria, un firme compromiso con la causa del pueblo judío y del Estado de Israel. Ha sido un referente que no dudó en tomar posición cuando muchos optaban por el silencio.

Washington Abdala ha defendido con convicción —desde el Parlamento, desde los medios y desde el pensamiento libre— el derecho del pueblo judío a su autodeterminación, a vivir en paz, y a tener un Estado soberano, democrático y seguro.

Y también ha defendido, sin dobles discursos, el derecho de Israel a proteger a sus ciudadanos frente al terrorismo y a responder, con firmeza, a quienes buscan su destrucción.

En tiempos difíciles como los que atravesamos hoy, el valor de contar con amigos verdaderos se vuelve aún más profundo y significativo.

Apoyarnos en quienes comparten nuestros principios y nos tienden la mano con claridad y convicción no es solo un consuelo: es un acto de resistencia moral. Saber que no estamos solos, que hay voces que se alzan con firmeza para acompañarnos, nos da fuerza, nos reafirma en nuestras convicciones y nos recuerda que la dignidad, la verdad y la solidaridad siguen teniendo un lugar en el mundo.

Desde el 7 de octubre de 2023, nuestra comunidad vive con el corazón herido. Ese día, Israel fue brutalmente atacado por el grupo terrorista Hamás. Más de 1.200 personas fueron asesinadas en una masacre deliberada, cruel y planificada. Bebés, ancianos, mujeres, familias enteras fueron blanco del odio más despiadado. Solamente ese día 4000 cohetes fueron disparados a Israel. Más de 250 personas fueron secuestradas y llevadas a Gaza. Muchas siguen allí, en condiciones inhumanas, ignoradas por quienes se dicen defensores de los derechos humanos.

Esta guerra tiene un único responsable, y ese culpable es Hamás.
Un grupo terrorista que no busca la paz ni la justicia, sino la eliminación del Estado de Israel y la aniquilación de su pueblo. Negar ese hecho, relativizarlo, o buscar explicaciones que justifiquen el terrorismo, no es un acto de análisis político: es una forma de complicidad.

El antisemitismo ha adoptado nuevas formas, más sutiles, pero igual de peligrosas. Se camufla en discursos académicos, en redes sociales, en declaraciones diplomáticas o en espacios de poder que pretenden deslegitimar al Estado de Israel. Pero la intención de fondo es la misma: negar al pueblo judío el derecho que se le concede a cualquier otro —el derecho a existir, a defenderse y a vivir en paz. Cuando se juzga a Israel con una vara distinta, cuando se exige al Estado judío un estándar moral que no se exige a ningún otro país, no estamos frente a una crítica legítima: estamos frente a una forma moderna de odio.

Y ese odio no es ajeno a nuestra realidad como judíos uruguayos. En nuestro país también hemos sido testigos, en los últimos tiempos, de manifestaciones públicas que cruzan la línea entre la opinión política y la incitación al odio. Hemos visto sinagogas vandalizadas, manifestaciones que glorifican el terrorismo, y una retórica que, disfrazada de solidaridad, termina deshumanizando al pueblo judío. No lo podemos naturalizar. No lo podemos relativizar. Porque sabemos, por dolorosa experiencia histórica, que el antisemitismo nunca empieza con actos extremos: empieza con palabras, con discursos, con silencios cómplices. Y por eso, cada vez que alguien levanta su voz para enfrentar ese odio, está haciendo mucho más que un gesto simbólico: está defendiendo los pilares mismos de la democracia.

El antisemitismo, que hoy vuelve a levantar la cabeza tanto en nuestro país como en distintos rincones del mundo, muchas veces se disfraza de antisionismo. Pero el odio es el mismo. El antisionismo es antisemitismo. Y en este contexto, contar con amigos que no caen en la confusión ni en la indiferencia es una bendición. El Dr. Abdala ha sido, y es, una voz lúcida. Un defensor de la libertad, del diálogo y de los valores democráticos. Ha acompañado a nuestra comunidad no solo en los momentos festivos, sino también en los más difíciles. Y eso es algo que se valora doblemente.

Por eso, esta noche celebramos la entrega del Premio Jerusalem como un acto de justicia, pero también como un símbolo de esperanza: de que existen personas con coraje, con ética, con valores firmes. Personas que entienden que Jerusalem —la ciudad que da nombre a este premio— representa mucho más que un espacio geográfico: representa el anhelo de un pueblo por vivir en paz, con dignidad, y con el respeto de las naciones.

A lo largo de su historia, el pueblo judío ha conocido el dolor de la persecución, la injusticia y el exilio. Pero también ha conocido la fuerza de la resiliencia, la capacidad de reconstruirse una y otra vez, y el poder de la memoria como motor de futuro. Hoy, cuando la desinformación, el odio y la banalización del mal amenazan con distorsionar la verdad, es más importante que nunca sostener la narrativa basada en hechos, en valores y en principios inquebrantables. Y eso solo es posible con aliados que comparten la misma brújula moral.

Porque el Premio Jerusalem no se entrega a quienes lo buscan, sino a quienes lo merecen. A quienes, sin esperar nada a cambio, eligen sostener con coraje sus convicciones, incluso cuando eso implica ir contra la corriente. A quienes, como Washington Abdala, no dudan en alzar la voz por principios que no son populares, pero sí son justos. A quienes entienden que hay momentos en los que el silencio no es neutralidad, sino renuncia. A ellos está dedicado este reconocimiento. Y en ellos encontramos una fuente de inspiración para seguir creyendo que la verdad y la dignidad todavía importan.

Muchas Gracias

 

Ana Jerozolimski
(10 Junio 2025 , 13:25)

Ultimas Noticias Ver más

Con Horacio Rubino, director y actor de Momosapiens, campeón del Carnaval
Entrevistas

Con Horacio Rubino, director y actor de Momosapiens, campeón del Carnaval

11 Junio 2025


Sobre las polémicas del Carnaval, el antisemitismo y mucho más. Fotos: Alejandro Moreira

Esta página fue generada en 0.0761940 segundos (6132)
2025-06-12T07:17:59-03:00