Cultura

Tali Goldman, sin filtro

Tali Goldman (Buenos Aires, 1987). Es licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad de Buenos Aires y magíster en Escritura Creativa por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Trabaja como periodista desde hace más de diez años en diferentes medios. Actualmente es colaboradora de las revistas Gatopardo y Anfibia, entre otras. En 2018 publicó La Marea sindical. Mujeres y gremios en la nueva era feminista (Editorial Octubre), con el que ganó el premio de la escuela de periodismo Taller Escuela Agencia (TEA) en la categoría crónica periodística. Es autora del libro de cuentos Larga Distancia (editorial Concreto) por el que obtuvo una mención especial en 2022 en los premios nacionales que otorgó por el ministerio de Cultura. Publicó un perfil de Diego Maradona en el libro “Ídolos” (Editorial UDP), que editó Leila Guerriero. Acaba de publicar “Cómo se puede querer tanto a alguien” (editorial Paisanita”. Esa crónica resultó ganadora del concurso por los diez años de La Agenda.

¿Cuándo sentiste por primera vez que querías escribir?

Desde muy chica. Siempre cuento que miraba un programa que se llamaba El fantasma escritor, donde un grupo de chicos resolvía casos a partir de pistas que les dejaba un fantasma en forma de palabras. Tenían que llevar siempre una lapicera colgando porque nunca sabían cuándo iba a aparecer. Yo también me colgué una lapicera y salía a la calle lista para que pasara algo. Ese fue mi primer gesto de escritura.

Después vino una profesora de literatura que me dio a leer Boquitas Pintadas, de Manuel Puig, y pensé: yo quiero hacer esto. Más adelante, eso mutó en el deseo de ser periodista. Me interesaba la política, estudié Ciencias Políticas, entré a trabajar a una revista a los 19 y ya no paré.

¿Qué significa para vos escribir ficción? ¿Y qué cambia cuando escribís un libro de no ficción como “¿Cómo se puede querer tanto a alguien?”

Soy periodista, así que mi materia prima siempre es la misma: la observación y la escucha. No importa si escribo una crónica o un cuento, parto de ahí. La diferencia está en los límites: en la ficción puedo inventar, deformar, jugar; en la no ficción no puedo inventar ni una coma. Pero la forma en la que trabajo —esa atención a los detalles, a las escenas, a los gestos— es la misma. Para mí escribir, en cualquier registro, es una forma de mirar.

En el libro unís dos historias que parecen muy distintas: el atentado a la AMIA y la vida de Dany Recanati. ¿Cómo surgió esa conexión?

Para mí están profundamente conectadas. Diana Malamud había sido víctima de un allanamiento ilegal a finales de 1976 cuando era adolescente, por militar en una agrupación estudiantil. Yo conocía a Diana porque toda la vida fui a los actos de Memoria Activa pero no tenía idea esta parte de su historia. Mientras investigaba la historia de Recanati alguien me dijo que era una de “las salvadas”. Me guardé esa información y no la puse en la crónica de Recanati porque me interesaba contar una historia donde se cruzaran dos momentos clave de la historia argentina: la dictadura y la AMIA. Y hacerlo a través de una vida, de un vínculo, de un amor, me permitía contar desde un lugar más humano, más íntimo.

¿Cómo es tu relación con la comunidad judía argentina, y en particular con el mundo ortodoxo?

Me crié en una comunidad conservadora. Mi papá es rabino, fui a escuela judía, participé del movimiento juvenil. Tengo una identidad judía muy fuerte y muy argentina también, pero estoy muy lejos del mundo ortodoxo. Justamente por eso me interesa: por esa mezcla de extrañeza que te provoca lo que te es ajeno pero en algún punto cercano.  

Después del 7 de octubre, ¿cómo vivís tu identidad judía en Argentina?

Es un momento muy difícil. No tanto por el antisemitismo, sino por lo que implica ser judía, tener ideas progresistas y sostener una mirada crítica sobre lo que está haciendo Israel.  Voy a citar lo que dice mi amiga y gran periodista y escritora Hinde Pomeraniec en una mesa redonda que compartimos: “La masacre del 7 de octubre resultó una herida descomunal desde lo físico y concreto pero también en las esferas cultural y espiritual. Entiendo el dolor, la decepción, el impacto de la tragedia por sorpresa, pero no encuentro virtud en la venganza ciega ni pienso que con más violencia se vayan a recuperar las vidas de quienes murieron asesinados esa mañana de sábado ni tampoco los rehenes que aún quedan en manos de los terroristas”.

A esto se le suma que Argentina, con un presidente que confunde política exterior con religión y toma partido de una forma completamente irresponsable, todo se vuelve más tenso. A veces lo vivo con angustia, otras con esperanza: encontré espacios para pensar con otros, para imaginar otras formas de habitar esta identidad sin caer en extremos.

¿Quiénes son tus referentes en la ficción?

Son muchos, pero te nombro algunos que me marcaron: Manuel Puig, Hebe Uhart, Aurora Venturini, Natalia Ginzburg, Vivian Gornick.

¿Qué representa Rodolfo Walsh para vos?

Walsh es un faro. No solo por Operación Masacre, que inauguró la no ficción en América Latina antes que A sangre fría, sino por su compromiso ético. Me interesa su escritura, su valentía, su decisión de estar en el lugar donde las cosas pasaban.

¿Cómo se milita el feminismo hoy en la Argentina de Milei? ¿Sentís que hay un riesgo real de perder derechos?

Sí, absolutamente. Hay una intención clara de desmontar políticas de género, de borrar programas, de deslegitimar luchas históricas. Pero también el feminismo en Argentina ya está tejido en muchas capas de la sociedad. No se va a desarmar tan fácil. Lo que sí cambió es el escenario: ahora hay que resistir, cuidar lo ganado, y volver a pensar cómo disputar sentido.

¿Qué pueden esperar quienes asistan al taller que vas a dar en Escaramuza, en Montevideo?

Estoy súper entusiasmada de ir a Montevideo a dar este taller intensivo sobre escritura de no ficción. Vamos a trabajar con escenas, con entrevistas, con cómo encontrar una buena historia. Pero sobre todo, vamos a pensar la escritura como un oficio que se aprende haciendo. La idea es armar una caja de herramientas para contar historias verdaderas, con emoción, con mirada. Un espacio de lectura, de escritura, y de conversación. Y una excusa hermosa para cruzarnos, en persona, y escribir un rato juntos. 

Janet Rudman
(22 Julio 2025 , 12:45)

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