Mundo Judío

Mi Sinai

En el día de hoy vamos a compartir la segunda edición de MiSinaí, espero que las disfruten tanto como nosotros.

 

 

N°. 2

Parashá Nasó

Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 14/6: 17:20
Demás localidades ver www.jabad.org.uy

Para acceder al pdf: clickear aquí.

 

LO INDIVIDUAL Y LO COMUNITARIO

Por Tali Loewenthal

 

¿Las necesidades individuales se pierden en relación a las necesidades más amplias de la comunidad? La Ley Judía nos provee enseñanzas con respecto a la organización detallada de nuestras vidas. No hay duda de que si se cumplen apropiadamente, estas leyes crean una atmósfera comunal o incluso global de gran belleza y armonía. Pero ¿qué hay de mi como individuo? ¿Dónde estoy?

La liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto tuvo varios objetivos. Uno fue que recibieran la Torá en el Monte Sinaí. Esto tuvo lugar siete semanas después del Éxodo. Otro objetivo fue que construyeran el Santuario, el prototipo del Templo. Esto fue llevado a cabo un tiempo después bajo la dirección de Moshé.

Luego de meses de trabajo, finalmente el Santuario estuvo pronto. En el primero de Nisán, cincuenta semanas después de haber dejado Egipto, comenzó la dedicación del Santuario. Duró doce días, y cada día fue marcado por una ceremonia hermosa, conducida por el nasi (“príncipe”) de cada una de las Doce Tribus de Israel.

Como está descripto en la Torá (Bamidbar 7:12-83), cada día el príncipe de una de las tribus trajo una regalo magnífico a D-os, como ofrenda personal de sus posesiones. Cada regalo incluyó una gran fuente de plata, un tazón de plata y una cuchara de oro llena de incienso, y un número de ofrendas de ganado. En memoria del hecho de que estos regalos fueron traídos durante los primeros doce días de Nisán, en algunas comunidades se recita el pasaje relevante de la Torá de cada día.

El Rebe de Lubavitch señala una característica interesante de este episodio. A pesar de que todos los príncipes trajeron un regalo idéntico, el Midrash explica que cada uno tuvo una intención diferente en su elección. Había un significado simbólico en el peso de la plata, la fuente y la cuchara, y en el número de los diferentes tipos de ganado. Pero para cada príncipe, a pesar de que el regalo era exactamente el mismo, el significado simbólico era diferente.

Hay una enseñanza de los Sabios que así como el rostro de cada uno de nosotros es diferente, así también nuestras ideas y enfoques de la vida son diferentes. Pero D-os exige lo que parece una contribución uniforme de todos nosotros. Todo judío debe cumplir con los 613 mandamientos, y todo no judío debe cumplir con las siete leyes de Noaj. Como con los príncipes, nuestros “regalos” a D-os parecen idénticos.

Al mismo tiempo todos tenemos una contribución única sin la cual al mundo le estaría faltando algo. El significado específico de los detalles, su dimensión interna, es donde se expresa esta contribución individual. Por ejemplo, cuando una persona reza, el o ella está diciendo las mismas palabras que los demás, pero los pensamientos de cada persona durante la plegaria son privados y sólo suyos.

El episodio de los príncipes nos enseña que en la responsabilidad global del Judaísmo ninguna necesidad individual se siente perdida. Cada uno es igualmente importante; de hecho, cada persona, hombre o mujer, es crucial en el cumplimiento del plan de D-os para el mundo.

¿A QUIÉN EN SU SANO JUICIO?

[D-os le ordenó a Moisés que le dijera al pueblo] “Si la esposa de un hombre se desvía, [haciendo que el sospeche] que fue infiel para con él.” (Bamidbar 5:12)

Cometer un pecado es algo terrible porque el pueblo judío está “casado” con D-os. Si las personas que cometen adulterio no estuvieran casadas, su comportamiento no se juzgaría tan duramente; el hecho de que hayan traicionado una relación contractual es lo que los hace merecedores de castigo. Lo mismo es verdad en cuanto al pueblo judío. Un pecado no es sólo una transgresión técnica, es una afrenta personal a nuestro amado Esposo Divino.

Como judíos, nuestra conexión con D-os es tan fuerte que nos es inherentemente imposible transgredir Su voluntad. La única forma en la que podemos cometer una transgresión es engañándonos a nosotros mismos y pensar que eso no pondrá en peligro nuestra conexión con D-os. Recordarnos a nosotros mismos de que D-os es nuestro “esposo” nos ayuda a evitar cometer pecados.

Likutei Sijot, vol. 2, págs. 311-314.

Bamidbar (Números): 4:21 – 7:89

En la segunda sección del libro de Números, la narrativa comienza cuando D-os le instruye a Moisés que complete el censo (Nasó en Hebreo) de los clanes levitas. Luego la Torá registra ciertas leyes relativas al proceso de purificación que los judíos deben pasar antes de partir del Monte Sinaí hacia la Tierra de Israel. Finalmente, la Torá registra las ofrendas que los príncipes de cada tribu donaron el día que fue erigido el Tabernáculo y comenzó a funcionar. Sus ofrendas resaltan el hecho de que el viaje del pueblo judío en el desierto - como también cada viaje individual por la vida para cumplir la misión Divina de uno - debe ser una experiencia tanto individual como colectiva.

CONFÍA

Por Jorge Dobry

Hace pocos días nos habíamos puesto de acuerdo en familia para comenzar a respetar la mitzvá de kashrut. Después de algunos arreglos necesarios, empezamos sin dificultades. Era mucho más sencillo que lo esperado, y el cumplimiento de la dieta no ofrecía inconvenientes.

Sin embargo, el jueves por la tarde se presentó un problema al recibir a través del correo electrónico dos invitaciones simultáneas para el próximo domingo. La primera era para el encendido de las luminarias de Janucá en una plaza pública. La segunda era una fiesta de cumpleaños con asado y fútbol de un ex compañero de estudios universitarios que iba a realizar en su campo, alejado de la ciudad. Evidentemente, nos resultaría imposible estar en los dos lugares al mismo tiempo ni tampoco estar un rato en cada lugar, así que tendríamos que elegir entre el tentador asado y participar del encendido de las luminarias.

"No sabía que comías kasher", se sorprendió cuando le conté a mi compañero de estudios por teléfono, "yo también soy judío, pero como te imaginarás, no cumplo con esos preceptos. De cualquier modo me gustaría que vinieras. Tal vez puedas hacer una excepción esta vez".

Cuando terminamos de hablar me pregunté porque no le había dicho en forma directa que no iría. Es que realmente aún no estaba decidido. Después de todo, hace pocos días que habíamos empezado con esta mitzvá y, como había dicho mi amigo, pensaba en que tal vez pudiera hacer una excepción esta vez. Más aún, empecé a darme cuenta de las implicancias reales, no previstas, que el cambio traía. ¿Cuán firme debía ser mi voluntad? Era evidente que el cambio no era solamente en relación a la comida sino también en el aspecto social: ¿acaso el cumplimiento de este precepto debía limitar mi relación con la gente?

Como no estaba resuelto, lo único que pude hacer en ese momento fue esquivar el tema, tratando de olvidarlo, sobre todo porque todavía tenía tiempo para decidir. Mientras tanto, el viernes por la noche asistimos en familia al Kabalat Shabat y el sábado al servicio de rezos.

Lo que sigue en este relato no puedo explicarlo de modo racional, pero lo cierto es que al finalizar el Shabat sentí un `clic´ repentino. De todas las Tefilot que había leído, una de ellas quedó grabada en mi mente; una que comienza con las palabras "Confía en D-os...". Y a partir de allí, inexplicablemente, se aclaró mi visión en relación a este asunto. Mi confianza se afianzó y mi balanza personal se inclinó hacia el lado correcto.

El sábado por la noche, después de Shabat, llamé a mi amigo para felicitarlo por su cumpleaños, y sin dar excusas le avisé que lamentaba no concurrir. "Ok, no hay problema, te entiendo", me dijo de modo tranquilizador. "Cualquier día de estos nos podemos encontrar y me contás como es eso de comer kasher". ¡Sorpresa!: no solo no se había molestado, sino que también estaba interesado en conocer sobre kashrut.

Sin duda, yo ya estaba mucho más animado en relación a mi elección aunque, para ser sinceros, me había quedado con las `ganas´ de comer aquel asado.

Así, el domingo por la tarde fuimos con mi esposa al encendido de las luminarias. Durante un breve descanso en la actividad, me senté junto a un amigo del templo. "¿Te avisaron?", me preguntó sonriendo, "el Rav nos invita mañana a comer un asado", y mi rostro de pronto se iluminó.

Podemos llamarlo casualidad, podemos llamarlo pequeño milagro, o podemos llamarlo como se quiera, pero les aseguro que el placer de compartir esa inesperada comida kasher junto a otras personas que también iniciaron su acercamiento a nuestras raíces sobrepasó en mucho al de cualquier otra que recuerde. `¡Confía!´, dice la Tefilá. En algún momento, inesperadamente, la recompensa también llega.

¿CUÁL ES EL MOTIVO DE LA BARBA?

Por Aron Moss

Pregunta:

Me he preguntado a menudo por qué muchos judíos religiosos tienen barbas largas. ¿Es como la Kipá, una forma de identificarse como judío o cumple otro propósito?

Respuesta:

La barba es mucho más que una identificación como judío. Según la Cábala la barba no debe ser ni siquiera recortada, se debe permitir que crezca libremente. ¿Por qué?

Cabalísticamente, nuestro aspecto físico externo es un reflejo de nuestra realidad espiritual. Las manos representan nuestra capacidad de dar y de recibir. Los pies simbolizan la fuerza de progresar. ¿Qué representa barba?

Una de las luchas más grandes de la vida es vivir acorde a nuestros ideales. Muchos de nosotros sabemos lo que es correcto en nuestras mentes, pero nos resulta difícil trasladar estos conocimiento a nuestras vidas diarias. A menudo hacemos cosas que sabemos que no debemos hacer, pero sentimos que "no podíamos controlarnos". Por ejemplo, sabemos que es incorrecto perder la calma, pero cuando alguien nos molesta nos resulta imposible controlar nuestra cólera. O sabemos que es bueno dar caridad, pero no logramos dar generosamente.

Entre la teoría y la práctica hay un trecho enorme. Una cosa es tener buenas intenciones, y otra muy distinta es realmente hacer lo correcto. Es como llevar a cabo un sueño; sin diligencia, determinación y trabajo duro, seguirá siendo un sueño.

El paso más grande en nuestro crecimiento personal es vencer esta barrera y pasar de las buenas intenciones a la acción concreta.

Esto es lo que representa la barba. La barba es el pelo que crece entre la cabeza y el resto del cuerpo. Es el puente que une la mente y el corazón, los pensamientos y las acciones, teoría y práctica, las buenas intenciones y los buenos hechos.

No nos cortamos la barba, sino que la dejamos crecer libremente, abrimos un flujo directo entre nuestros ideales y filosofías y nuestra forma de vida diaria.

 

 

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MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.

Artículos extraídos de www.Jabad.com y www.Chabad.org, publicados con permiso.

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