En comunidad

Que el COVID-19 no nos distraiga

“Todos somos George Floyd”.

Por Roberto Cyjon

La discriminación en todas sus aberrantes formas es una pandemia milenaria en sí misma, para la cual hay un solo tratamiento: no distraernos y condenarla, siempre.

Un video da muestras de un nuevo asesinato racista en EE.UU. contra un afrodescendiente por “equivocación” acerca de un delito, aparentemente, cometido. Un policía le apretó el cuello hasta ahogarlo. Las últimas palabras de George Floyd fueron “no puedo respirar”. Documentales, protestas, películas, noticias en la prensa, fallos judiciales previos, nos dan cuenta de un inmensurable repertorio de casos similares en Estados Unidos. Por supuesto, y con profundo pesar, este mal no tiene fronteras y se reitera en muchísimos países.  El fastidio y bronca se replican en sintonía, y “esta” historia vuelve a repetirse. La “Historia” nunca se repite, cada contexto la hace única, pero el racismo, antisemitismo, la DISCRIMINACIÓN in totum, tienen un ADN que las aglutina y perdura a lo largo del tiempo.

En Uruguay no debemos ser ajenos a este episodio. Hagamos memoria “inmediata”, o súper reciente, de casos violentos acaecidos en nuestro país y más adelante, un par de hechos históricos, que vale la pena traer al presente. El 8 de marzo de 2016, un terrorista islámico uruguayo al grito de Ala Hu Akbar (Alá es grande), salió a la calle en Paysandú a “buscar un judío” para asesinar. Encontró a David Fremd, que en paz descanse, y lo apuñaló hasta matarlo. A partir de ahí, múltiples consideraciones acerca ese maestro de escuela: que es loco, que es un “lobo solitario”, que era consciente, que era inimputable, etc. La Justicia falló y como fuese, está alejado de la sociedad. Nosotros reclamamos, entonces, proclamar: “todos somos David”, en referencia a “todos somos Charlie”, consigna con se había hecho eco la sociedad francesa posterior al asesinato de Charlie Hebdó (Paris, 7 de enero de 2015). Paysandú, aturdida y acongojada, salió masivamente a la calle a condenar el asesinato antisemita. Lo mismo sucedió en Montevideo.

El 14 de diciembre de 2012, Tania Ramírez, una joven afrodescendiente uruguaya salió de un boliche bailable y fue agredida con brutalidad por “el delito” de abordar un taxi que otras entendieron que no le correspondía. También en este episodio racista se argumentaron varias consideraciones cruzadas acerca de la inocencia o culpabilidad de la víctima. Desde INMUJERES criticaron que el fallo judicial: “… demuestra la falta de formación de la sociedad con respecto al racismo".[1] Coincidimos en dicha postura, aunque aceptamos los fallos judiciales nos gusten más, o menos. Tomamos posición al respecto, porque en dicha ocasión salimos a 18 de Julio a manifestarnos contra el racismo y la discriminación. No estamos blindados de racistas, antisemitas y discriminadores en Uruguay. 

Haremos un aporte histórico de larga duración y, a su vez, reciente, para darle dimensión a la gravedad del tema que abordamos.

Notorios filósofos europeos del siglo XIX exacerbaron las premisas discriminatorias, incluso desde el área “científico-antropológica”. A título de ejemplo emblemático, el autodenominado Conde Arthur de Gobineau (Francia, 1816-1882) en su libro Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, escrito entre los años 1853-1855, diferenciaba a las poblaciones en tres grupos. A los “amarillos” los juzgaba como pedantes, materialistas y poco creativos. Enunciaba que “su lengua era incapaz de abordar profundidades filosóficas y metafísicas.” Otro grupo estaba constituido por los “negros”, a quienes catalogaba “como poco inteligentes y sobre desarrollados”, lo que les atribuía un “terrorífico poder”. El tercer grupo eran los “blancos”, caracterizados por el “honor, espiritualidad y amor por la libertad”.[2] Las premisas de Gobineau, en sus derivaciones más extremas, fueron inspiradoras y propulsoras de la consolidación del mito ario nazi, con las trágicas consecuencias que provocaron el Holocausto en el siglo XX.

Para un ejemplo de vigencia en esta segunda clasificación de Gobineau, referente a “los negros”, James Watson el premio Nobel 1962 fue despojado de sus títulos por reiterar que: “entre blancos y negros existe una diferencia genética en la inteligencia”[3]. Watson había hecho señalamientos similares en 2007, cuando afirmó que los africanos eran menos inteligentes que los europeos, pero posteriormente se disculpó. El investigador compartió el Nobel de Medicina en 1962 con Maurice Wilkins y Francis Crick por su descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN (ni más ni menos). En 2007, el científico, quien trabajó en la Universidad de Cambridge, le dijo al periódico británico Times que: “era pesimista respecto al futuro de África", porque "todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho de que su inteligencia es la misma que la de los blancos, cuando todas las pruebas indican que en realidad no es así". Después de sus comentarios de 2007, el laboratorio Cold Spring Harbor lo suspendió, perdió su trabajo como rector en el laboratorio y fue destituido de sus funciones administrativas. 

Culminamos: el virus de la discriminación no tiene vacuna en ningún nivel socioeducativo, campo geográfico ni corte temporal: cuidémonos entre todos, es una responsabilidad social. 

 


 
[1] Montevideo portal, 31 de enero de 2013.
[2] Mosse, George L. (1985). Toward the Final Solution: a history of european racism. New York: Howard Fertig, pp. 51-53). Traducción propia.
[3] BBC, 14 de enero de 2019.

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