Entrevistas

Una increíble organización voluntaria, iniciativa nacida del dolor

"La luz de Mijael", en memoria del Rav Miki Mark, asesinado hace 3 años en un atentado.

A estos voluntarios los vimos personalmente en acción recientemente en el hospital Shaarei Tzedek de Jerusalem. En este caso, voluntarias. Estábamos visitando a una querida amiga internada, y aparecieron en la puerta, entrando a la habitación sonrientes, llenas de energía juvenil y al mismo tiempo respetuosas. “Shalom ¿cómo están? ¿Cómo se sienten? ¿Les hará bien si les cantamos alguna canción?”, preguntó una de las chicas. Ante la respuesta afirmativa de nuestra amiga y su compañera de pieza, la pregunta fue “¿Alguna canción en especial? ¿Algún cantante que les guste?”. Como nadie sugería nada concreto, las jovencitas mismas intercambiaron rápidamente algunas ideas, la elegida fue la hermosa “MiMaamakim” de Idan Raichel y allí se pusieron a cantar, aunque sin acompañamiento de la guitarra que llevaba una de ellas.

 

 

Luego, claro, vinieron otras, entre ellas algunas que parecían plegarias.

 

 

Además de la sonrisa, jovialidad y al mismo tiempo firmeza que todas estas jovencitas irradiaban, tenían otro común denominador. Todas vestían la misma remera. Tras unos segundos de dudar al respecto, al tratar de descifrar qué decía, distinguimos: “Haor shel Mijael”, o sea “La luz de Mijael”. Y la foto impresa era la del Rabino Miki (Mijael) Mark, asesinado el 1° de julio del 2016 en un atentado terrorista en el que su esposa quedó gravemente herida y dos de sus 10 hijos resultaron heridos.

El Rav Miki Mark (z
El Rav Miki Mark (z"l) y su esposa que quedó gravemente herida

 

Cuentan quienes conocieron al rabino, que era el Director de la yeshiva de Otniel no lejos de Hebron, que era una persona que irradiaba luz. Su muerte fue causada por quienes apuestan por la oscuridad. Pero en su familia, tuvieron claro que eso no puede vencer, que esa no puede ser la última palabra, aún en medio del dolor.

Fue por ello que Orit, una de sus hijas, hoy de 20 años, creó la asociación “La Luz de Mijael”, para que sus voluntarios-que hoy ascienden a aproximadamente 1.000 en todo Israel- lleven consuelo, aliento y unos momentos de alegría a quienes están lidiando con problemas de salud internados en hospitales en diferentes partes del país.

Nos comunicamos con Orit, que dentro de poco comienza a trabajar en el canal 11 de la televisión pública israelí en la parte digital, y que dedica gran parte de su tiempo a conferencias, pero destaca que el título que más la enorgullece es ser la Directora General de “La Luz de Mijael”.

Orit es la sexta en la escalera de diez hermanos. El mayor era  Shlomi, de 28 años,que murió hace cuatro meses en un accidente de tránsito. El  menor tiene 11. Cinco son casados. Orit está convencida de que debe seguir empujando hacia adelante.

Este es su testimonio.

 

P: Orit, me alegra contactarte después de haber visto en el terreno, en acción, lo que hacen los voluntarios de la asociación que creaste en memoria de tu papá (z”l). De fondo está el recuerdo y también, me imagino, una convicción ¿verdad?

R: Así es. Mi aprendizaje es que todo lo que ocurre es para que pase alguna otra cosa, que estamos aquí por algo. Si vivimos una situación tan difícil como el asesinato de mi papá, debo pensar que es parte de una misión que debo cumplir. Aunque sea difícil, entiendo que cada uno tiene un papel a cumplir en este mundo. Y yo creo que es hacer el bien, entender que cada uno puede tener su mirada, su reacción, puede enojarse, quejarse a D´s, por lo que uno pasa o lo que uno cree, pero al final, está en las manos de cada uno decidir cómo sigue adelante. Si uno cae en la depresión y decide limitarse a llorar, está bien, es una libre elección. Pero si uno opta por seguir adelante, creo que lidiará mejor con la situación. Yo elegí sacar del dolor la luz más fuerte que pueda, y con los voluntarios que se me han sumado, convertimos la debilidad del dolor en una gran fortaleza.

P: Recordemos el atentado en el que fue asesinado tu papá.

R : Fue un viernes al mediodía, 1° de julio del 2016, el primer día de las vacaciones de verano. Parte de la familia estaba en lo de mi abuela en Jerusalem y mis padres y dos de mis hermanos-somos 10- estaban viajando hacia allí. En el coche con mis padres estaban mi hermano Pdaya de 15 años y mi hermana Tehila de 14. A los cinco minutos de haber salido de casa, en Otniel,  desde un coche en el que viajaban terroristas dispararon 27 balas hacia el auto de mi familia.  Muchas de ellas impactaron a mi padre en la cabeza y él murió al instante. Mi madre recibió una bala en la cabeza que le causó una herida muy grande, quedó sin media frente, sin un ojo..herida gravísima. Mi hermana sufrió heridas en el vientre y mi hermano recibió algunas esquirlas.

P: ¿Cómo está hoy tu mamá?

R: Sigue lidiando con muchos tratamientos. Hace un mes volvió de otra operación en Estados Unidos. Tenemos en casa una persona que la ayuda permanentemente. No es fácil. Nos reconoce, recuerda, pero la situación no es nada sencilla.

P: ¿Te ayuda el ser una persona creyente?

R: Por supuesto. Me ayuda a lidiar con el duelo. Creo que si uno no tiene fe, no puede lidiar con la realidad. Si no creo que pasó lo que pasó por alguna razón, no puedo encontrar ninguna lógica al asesinato. Para mí es una fortuna creer en D´s. Eso me fortaleció. Hablo con Él todos los días.

P: ¿Cómo era tu papá Orit?

R: Oh….mi papá era una persona de bien, perfecto. Uno puede hablar con mucha gente durante el día, pero todo el mundo decía que con él, a los 3 segundos, la persona con la que él hablaba tenía la sensación que era lo más importante del mundo.  Papá sabía combinar entre lo espiritual y la acción. Sabía construir cosas, desarrollar.

P: ¿Y cómo llegaste a esta idea de “La Luz de Mijael” para perpetuar su memoria y ayudar al prójimo?

R: Empezó por estar tanto en hospitales. Yo misma fui voluntaria. Entendí que en algún momento, todos llegan a un hospital, sea para tratarse o para visitar a alguien. Y sentí que aunque uno sea muy bien tratado, precisa también un apoyo que le pueda dar algo de alegría. Hoy en día tenemos unos 1.000 voluntarios en 20 sucursales en todo el país, que van 3 veces por semana a distintos hospitales.

P: Tú lo creaste y lo diriges. ¿Vas también al terreno?

R: Intento encontrarme con voluntarios cada rosh jodesh (cada comienzo de mes en el calendario hebreo). Claro que también tengo que administrar los fondos que mantienen esto  funcionando y el manejo de la asociación en las redes.

P: ¿Cuál es el criterio para recibir a los voluntarios?

R: La base es la misma que en el hospital. Allí aceptan a todo aquel que precisa tratamiento, así que nosotros aceptamos automáticamente a todo voluntrio que quiere aportar de su tiempo. Cada uno hace su aporte. Si es una persona sensible, puede hablar con los pacientes, alentarlos. Si sabe cantar, bien, si sabe tocar guitarra, bien. Aceptamos a todos.

P: ¿Y cuáles son las indicaciones a los voluntarios?

R: Que lo que cuenta es alegrar a quien esté internado, sin distinción. No importa quiénes son los pacientes en la habitación a la que se entra: judíos, árabes, seculares, religiosos, gente de izquierda o de derecha. No importa. Alegramos a todos. El tema es traer luz al mundo. No nos interesa en qué cree la persona.

 

P: Me imagino que tendrás miles de historias y anécdotas que te han transmitido los voluntarios.

R: Por supuesto, un sinfín de historias. Hubo un caso impresionante en el que al entrar en una habitación, vimos a un hombre de unos 40 ó 50 años acostado, parecía absolutamente inmóvil y a su lado su hija de unos 10, 11 años, apoyada en él, tomándole la mano, llorando. Los voluntarios preguntaron si está bien que canten algo y ella dijo que sí, sin dejar de llorar. Diez minutos después, el hombre abrió los ojos y empezó a mover los dedos. Había estado en coma varios días. Fue sumamente emocionante.

Hubo un caso de una mujer enferma de cáncer a la que fuimos a alentar, y hoy es voluntaria en nuestra asociación. También está el caso de una jovencita, Shirel, de 17 años, a la que también llegaron cuando estaba internada, que pidió a los voluntarios que oren por ella porque se tenía que operar una semana después. A ella le gustaba mucho cantar y le pidieron que también ella cante. Los voluntario prepararon una película corta, con todos ellos cantando y de fondo aparecía ella misma cantando, se lo mandaron, lo pusieron en Facebook y lo vio antes de la operación, se sintió muy feliz. Y hoy, que ya está recuperada, ella también quiere ser voluntaria.

Nos ha pasado conocer a sobrevivientes de la Shoa que estaban solos en el hospital. Una mujer que no tenía a nadie dio que en cuatro meses, nuestros voluntarios habían sido los primeros que la iban a ver. “Volví a creer en ángeles”, les dijo.

P: Muy emotivo realmente. ¿Y qué reacciones hay cuando van a piezas de pacientes árabes?

R: Evidentemente también vamos, como dije antes, porque no se hace ninguna diferencia. Hubo un caso muy especial que visitamos a una persona internada y un joven de esa familia árabe decidió sumarse al grupo de nuestros voluntarios y empezó a recorrer con ellos todas las habitaciones. Estaba muy emocionado y lloraba todo el tiempo.

También los árabes reaccionan muy bien. Uno ve que se emocionan, toman fotos, filman y mandan a su familia. Es muy bueno.

P: ¿Alguno les preguntó quién es el hombre de la foto en la remera de los voluntarios?

R: Sí, en más de una ocasión, y cuando se enteran de lo que pasó, dicen que lamentan mucho, que debemos saber que no todos los árabes piensan igual, que ellos están en contra y que quieren la paz.

P: Muy fuertes todas estas vivencias…

R: Así es. Nosotros crecimos viendo que papá siempre tuvo muchos conocidos y amigos árabes. Como él era el director de la yeshiva, cuando se construyó tuvo mucho contacto con árabes de la zona, y siempre tuvo muy buena relación, en mutuo respeto. Siempre nos decía que las personas merecen respeto por lo que son.

Pero además, no podemos olvidar que fue una pareja de árabes la primera que ayudó a mis hermanos cuando el atentado.

P: Así es. Lograron sacarlos del coche dado vuelta y atenderlos hasta que llegaron los servicios de emergencia y las fuerzas de seguridad.

R: Y no sólo eso, sino que se arriesgaron por ellos. No sólo que ayudaron a nuestros hermanos sino que lo hicieron mientras otros coches palestinos pasaban y les tiraban piedras porque veían que estaban ayudando. Los protegieron y así ellos mismos corrieron riesgos.

A veces hay  gente que me dice cómo podemos entrar a alegrar a pacientes árabes en los hospitales, si árabe mataron a mi padre. Pero yo digo que árabes también ayudaron a mis hermanos. Y siento que gente como los que prestaron esa ayuda, corriendo ellos mismos riesgos, son la esperanza en la paz. Yo personalmente no puedo incidir en la búsqueda de la paz, pero sí puedo dar luz donde no hay. Y creo que si pacientes árabes ven a jóvenes judíos que van a alegrarlos también a ellos, de a poco se puede ir avanzando. Y quizás al final lleguemos a la redención.

P: Orit, tú vives en el asentamiento de Otniel, en la zona aledaña a Hebron. Suele tener el estereotipo de ser una zona de gente de posiciones muy radicales, de parte del núcleo “duro” de los asentamientos, de por sí un tema que divide a la sociedad israelí, como bien sabemos. Y todo lo que me dices es muy distinto de la imagen que uno se puede hacer.¿Estás de acuerdo?

R: Mira, cuando yo voy a Tel Aviv-y voy mucho- me siento, como residente en un asentamiento, como embajadora. La gente no nos conoce.Cuando fui a Berlín a hablar ante el Parlamento alemán, muchos me decían  como sorprendidos qué simpática que soy. ¿Por qué? ¿Acaso alguien realmente cree que si nosotros nos vamos de donde estamos, del otro lado van a estar satisfechos? No, para nada. Van a querer Tel Aviv. Yo creo que todos deben abrir los ojos. Las etiquetas se equivocan mucho.

P: Comentaste antes que tu papá conocía muchos árabes de la zona y tenía muchos vínculos. De lo que hablaba con ellos ¿dirías que muchos en la realidad piensan distinto de las ideas radicales que oímos tan a menudo?

R: No tengo ninguna duda de que muchos quieren la paz. Que no quieren esta realidad en la que vivimos. El problema es que pasó en más de una ocasión que alguien que tenía muchos amigos judíos, es capaz de repente de matarlos. Y eso pasa solamente cuando hay incitación al odio, un fenómeno realmente preocupante. Nosotros vamos a seguir irradiando luz. Es nuestra única opción.

P: Mil gracias Orit. Y te deseo que siempre tengas esta fuerza.  Que mamá se recupere, y no sepan más de dolor.

R: Muchísimas gracias.

Ana Jerozolimski
(26 Agosto 2019 , 01:55)

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