Por Felipe Schipani
(Diputado por el Partido Colorado)
Este 1° de mayo celebramos los 77 años de la creación del Estado de Israel. No es un aniversario más. Es la conmemoración de la materialización de un anhelo milenario del pueblo judío: retornar a su tierra, reconstruir su hogar, vivir en libertad y dignidad. Pero también es la ocasión para recordar el papel honorable que tuvo Uruguay en ese momento histórico y reafirmar, sin titubeos, nuestro compromiso con la defensa del Estado de Israel, su derecho a existir y a defenderse, y con la causa del sionismo, que orgullosamente abrazamos.
En 1947, cuando las Naciones Unidas votaban la partición de Palestina para la creación de un Estado judío, Uruguay se destacó como una de las voces más firmes a favor de la resolución 181. El gobierno de Luis Batlle Berres, con Enrique Rodríguez Fabregat como embajador ante las Naciones Unidas, jugó un rol crucial. Rodríguez Fabregat no sólo votó afirmativamente: fue un apasionado defensor de la causa judía en el seno de la comunidad internacional, abogando con elocuencia por el derecho inalienable del pueblo judío a tener un Estado propio en su tierra ancestral.
Uruguay, pequeño en dimensiones pero grande en valores, se ubicó entonces en el lado correcto de la historia. Fue uno de los primeros países en reconocer a Israel inmediatamente después de su declaración de independencia en mayo de 1948. Esa actitud no fue casualidad: fue una expresión de principios, de apego al derecho de los pueblos a su autodeterminación, de solidaridad con un pueblo que acababa de sobrevivir a la peor tragedia de la humanidad, la Shoá.
Hoy, 77 años después, Israel es mucho más que un refugio. Es una democracia vibrante en una región convulsionada. Es una potencia tecnológica, científica, cultural. Es, en definitiva, como dice el Presidente Sanguinetti, la trinchera de Occidente en el Medio Oriente, un bastión de libertad, de progreso y de valores occidentales en un entorno hostil.
Por todo esto, proclamamos nuestro compromiso irrenunciable con la defensa de Israel. Defender a Israel es defender los valores de la libertad y democracia. Defender a Israel es también defender el derecho de un pueblo a vivir en paz, a desarrollarse, a proteger a sus ciudadanos de quienes niegan su derecho a existir y promueven su destrucción.
Ser sionista es defender la existencia de Israel como Estado judío y democrático. Es reconocer el derecho legítimo de los judíos a tener un hogar nacional en su tierra histórica. Es comprometerse activamente con la causa de su seguridad, su prosperidad y su paz.
En tiempos en que resurgen viejos odios disfrazados de nuevos discursos, cuando algunos pretenden cuestionar o relativizar el derecho de Israel a defenderse frente al terrorismo y la agresión, es más necesario que nunca levantar la voz. Reafirmar sin ambigüedades que Israel tiene derecho a existir, a defender a su pueblo y a vivir en paz con sus vecinos.
Uruguay debe honrar la herencia de Rodríguez Fabregat y de todos aquellos que en 1947 supieron estar a la altura del momento histórico. Nosotros, como ciudadanos, tenemos el deber moral de seguir sosteniendo esa causa. Porque defender a Israel es defender nuestra civilización. Defender a Israel es defendernos a nosotros mismos.