En comunidad

Wilson Ferreira Aldunate 1919 – 28 de enero – 2019

En el centenario de su natalicio, lo recordamos.

Hoy, hace 100 años exactamente, nacía una de las figuras más descollantes de la política uruguaya: Wilson Ferreira Aldunate, que lamentablemente ya no está físicamente entre nosotros.

No podemos pasar por alto esta fecha ni dejar de rendir homenaje a su memoria.

Ante todo, compartimos el oportuno comunicado publicado por el Comité Central Israelita del Uruguay, instancia representativa de la colectividad judía uruguaya.

 

A 100 años del nacimiento de Wilson Ferreira Aldunate, el Comité Central Israelita del Uruguay rinde homenaje a la memoria de quien, por encima de banderas, se ha transformado en un símbolo uruguayo.
Evocamos su figura con orgullo, como uruguayos y también como judíos, recordando siempre su vínculo con el pueblo judío, su solidaridad con la causa y su adhesión y apoyo al Estado de Israel al que visitara y del que plasmara sus impresiones en un documento titulado “El Israel que yo ví”.

Destacamos también su firme militancia contra el régimen nazi fascista y el respeto a la memoria de la Shoa que con frecuencia evocó.

Referente indiscutible en la historia política de nuestro país, que nos ha legado un mensaje de equidad y, sobre todo, de valoración a nuestros derechos inalienables. Cuán importante es, una vez más, la memoria, para “evitar que las hazañas de los hombres caigan en el olvido”.

 

Y desde este portal, queremos rendir homenaje a Wilson en el centenario de su natalicio, a través de algunos recuerdos personales que compartió con nosotros para “Semanario Hebreo” en distintas ocasiones, su gran compañera de toda la vida y madre de sus tres hijos, Susana Sienra de Ferreira, lamentablemente ya fallecida. Nos parece verla sonriente hablando de su amado Wilson.

Bendita sea la memoria de ambos.

 

P: Susana ¿cómo conoció a Wilson?

R: Estaba en la terraza y las primas de Wilson fueron a decirme que vaya, que habían llegado los primos de Cerro Largo. Fui con ellas y ya me gustó.

P: Enseguida...

R: Enseguida.Pero él tenía una novia como dos años.Yo disimulaba.No se me notaba ni en casa...

P: Hasta que le hizo una torta por su cumpleaños, según ya me contó en otra ocasión...

R: ¡La torta! Es verdad, aunque me habían dicho que no correspondía que una chica le prepare una torta a un muchacho. Te diré que Wilson era muy de hablar con personas mayores aunque tenía sólo 16 años.Había habido el golpe de estado de Terra y él empezó a militar.¡Y en qué forma! Ya a esa edad dijo sus primeros discursos contra Terra.Yo lo escuché.Luego vino la guerra en España y nos encontrábamos por casualidad en todos los actos que había por la República. Nos unió la República española...

Te diré que me acuerdo que papá y mamá habían quedado deslumbrados con él.Lo adoraban.Mi hermana y yo decíamos que estábamos celosas, que lo querían más a él que a nosotras. Tenían pasión con él. Toda la familia lo quería.

P: Susana , cuando conoció a Wilson él estaba de novio.¿Cómo evolucionó entonces la situación?

R: Bueno, incluso cuando estaba de novio fue a la casa de los tíos a pasar unos días y se quedó.Acabaron haciéndole una cama en el garage .La casa estaba llena porque Wilson no se movía.Se quedó por mi.Después me lo contó , que se había quedado por mi.Nos ennoviamos en 1939.

P: En aquellos tiempos era muy distinto estar de novio ¿verdad?

R: Sin duda.Por empezar, la mamá estaba siempre ahí, en un rinconcito.Nosotros hablábamos despacito. Nunca salíamos solos.Estaba muy mal visto que una chica saliera sola con un muchacho.A veces se podía salir con el hermano si él salía con otra chica.Pero así era y estábamos acostumbrados. Ibamos a la playa con la valijita con el fonógrafo, a la playa, poníamos canciones románticas. Recuerdo “Blue Moon” que a veces todavía oigo.Fue una etapa muy linda de nuestra vida.

P: ¿Cuándo se casaron?

R: Tuvimos un noviazgo muy largo, cinco años.Nos casamos en 1944. Ahí podíamos estar solos.¡Nos parecía tan raro! Tomamos un ferrocarril a los lagos argentinos.Era como un sueño, un paraíso.La luna de miel, todo eso, que fue tan lindo.Encontrarnos solos, poder hablar sin que nadie escuche.Nunca nos peleamos.Alguna discusión tuvimos porque él era demasiado bueno y perdonaba con demasiada felicidad alguna actitud fea de algún amigo, quizás creyendo que no volvería, como cuando se exilió.Alguno dejó de escribirle.Pero cuando volvimos,Wilson abría los brazos a todos.Ahí tuvimos alguna discusioncita porque yo le decía cómo le puede perdonar. Y él me decía: “Pero pobre, no es obligación ser valiente.Cada uno es como es”. Yo era más rencorosa que él.

Durante el exilio, en Londres, celebrando solos un cumpleaños

LA ENFERMEDAD

P: Wilson -y usted junto a él- vivió mucha penuria por el exilio. ¿Se puede comparar ese sufrimiento con el de saber que tenía una enfermedad terminal? ¿Cómo lidió con eso?

R: Fue increíble. Nunca hablamos de eso, tanto que después que murió, me entró todo un remordimiento.Le comenté una vez a Marta Canessa, la esposa de Sanguinetti, que me sentía muy mal porque no habíamos hablado del tema con Wilson.Y ella me dijo algo que me gustó mucho y que me consoló: “Wilson y tú no precisaban hablar para entenderse”. Recuerdo que cuando le dieron el diagnóstico y después se fueron los médicos, yo me quedé medio impresionada.El me miró y me empezó a hablar de unos marcos que habíamos mandado a hacer para unos posters que habíamos comprado en Londres. Después , un día, me dijo : “La vie continue”, la vida continúa. Fue todo lo que mencionó de la enfermedad. Nunca se quejó de nada, ni por qué yo, ni por qué ahora después de haber sufrido tanto ..Disfrutó tan poquito, entre la prisión y la enfermedad , muy poco.Creo que habrá estado bien un año...Recuerdo una  vez que lo entrevistaron y fue fuerte.Uno de los periodistas inclusive se puso a llorar.Le hicieron una pregunta sobre la enfermedad y él señaló para arriba y dijo: “hay un Dios y es el que manda”.Parecía resignado a que era decisión de Dios y punto.Nunca se quejó.Nunca.

 

 

P: Recuerdo claramente una vez-Navidad o fin de año- cuando Wilson ya estaba enfermo, que en la calle, a la puerta del edificio en el que ustedes vivían en Avenida Brasil, llegaron a saludarle uruguayos de muchas denominaciones políticas.Yo estaba ahí y era emocionante ver banderas blancas, coloradas, del Frente, todos deseándole recuperación.

R: Si, lo recuerdo perfectamente. Fue muy emocionante.Y a Wilson le gustó con locura.Vi que lo disfrutaba.Me decía “mirá”, cuando identificaba las banderas. Vio que estaba la Corriente Batllista independiente.Wilson estaba feliz.El quería a todos y se llevaba bien con todos.Era una persona sin odios. Eso siempre me llamó la atención.

P: Es una dicha haber tenido un compañero así ¿verdad Susana?

R: Claro que si.Por eso lo extraño tanto.Lo extraño del momento que abro los ojos hasta que los cierro de noche. Pero está presente, está entre nosotros, siempre.

 

Hace muchos años, junto a un armario lleno de recuerdos.

 

LOS AÑOS OSCUROS

P: ¿Wilson tenía miedo de morir con todas las vicisitudes que pasaron?

R: Te diré que en un momento , cuando estábamos en Londres, nos llamaron de Amnesty a avisarnos que habían salido dos comandos de Uruguay para matar a Erro y a Wilson. El cortó el teléfono y me lo contó.Me hizo enseguida un gesto como de “vamos”, porque estábamos por salir. Y yo, con un susto espantoso, le pregunté “¿adónde?”. El quería salir a caminar. Y salió. No se escondió en Londres. Tenía tranquilidad absoluta.Lo llamaron del Scotland Yard, le dijeron que lo iban a cuidar,”we´ ll keep an eye on you”, que iba a ver una lancha dando vueltas por el Támesis, porque nuestra casa allí daba al río .Pero él salía, como si tal cosa, en la vida corriente.

P: Si tenía miedo, se lo guardaba para adentro…

R: Así es.A mí nunca me lo dijo. Esto me hace acordar de una anécdota. Había una insignia con la campaña electoral, que decía Wilson, y tenía la bandera.Una vez lo fue a ver un uruguayo y cuando se iba, se da vuelta la solapa y le muestra la insignia.Y Wilson le pregunta : “¿Y por qué escondida?”.El hombre contestó: “Ah, porque tengo miedo”.Wilson le dijo: “Ah no, si tenés miedo sacátela.Pero escondida no”.O se lleva o no se lleva, pero no se esconde.

P: Y de por medio, había peligro de muerte, temor por ello.

R: Claro. Tanto por Wilson como por Juan Raúl. Además, siempre habíamos tenido el orgullo de decir “en Uruguay esas cosas no pasan”. Era una cosa impresionante…Recuerdo cuando veíamos  a los exiliados en el exterior..cómo levantaban la cabeza orgullosos cuando decían “yo soy uruguayo”…pero ahí estábamos pasando el momento más espantoso .Qué horrible que fue…”En Uruguay eso no pasa”..lo decíamos hasta el momento en que tuvimos que subir arrastrándonos al avión..Pero pasó.

 P : Los años difíciles, los momentos duros del exilio y los peligros ¿le dejaron enseñanzas positivas?

R: Claro que no tener una vida fácil a uno le hace bien porque uno lucha en todo momento tratando de levantar cabeza, de no dejarse vencer por la nostalgia espantosa. Hay veces que se extraña de una manera espantosa.Pero hay que marchar  para adelante. Vimos médicos uruguayos que habían hecho su carrera  , despachando tazas de café y lavándolas…en Barcelona,lo recuerdo..O h haciendo barquitos de papel y vendiéndolos en la playa. Pero todos supieron  llevar con dignidad el asunto y hacer frente.No había más remedio.

El 15 de marzo del 2018, en el Parlamento, un homenaje a Wilson al cumplirse 30 años de su fallecimiento. (Foto: Departamento de Fotografía del Parlamento)

 

PASTA DE LIDER

P: Cuando Wilson se convirtió en lo que todos los uruguayos sabemos que fue, esa figura tan poco común y de ese nivel ¿usted se sorprendió o ya de jovencita había captado que tenía pasta de líder?

R: No me sorprendí porque recuerdo cómo hablaba, cómo se manejaba. A mi me impresionaba. Me acuerdo una vez en  el pueblito en el que pasábamos el verano, compramos una sombrilla .Wilson se puso a hablar con el hombre que se la vendió y yo le saqué una foto porque parecía que estaba hablando ante multitudes.El tipo lo miraba extasiado .El cochero que tenía mi suegro en Cerro Largo -era médico de campaña y necesitaba el cochero que lo llevaba , con los caballos, cuando tenía que atender casos lejos- decía que cuando Wilson era chiquito, él le decía “el Cabito”.El Cabo viejo era Aparicio Saravia y decía que Wilson va a ser el Cabito.

P: Vivir con una persona así, que se proyecta fuera de lo familiar ¿hace la vida más interesante pero también más complicada?

R: No, no.En casa él era absolutamente normal como cualquier marido.No hacía alarde de su política ni nada.Con los hijos la conversación era como en cualquier familia normal.

MUCHOS RECUERDOS

P: Tendrá muchas anécdotas en su memoria...

R: Muchísimas.

P: Como la de aquella frase que le dijo Wilson y le hizo reir, cuando estaban por tratar de escapar en un avión...Lo leí en “Con la patria en la valija”, que escribió Juan Raúl.

R: Es verdad. Nos llevó un amigo en una camioneta al Jaguel.Ahí estaban los milicos.Había un avioncito que iba siempre particular.Ya estaba todo arreglado. El avión dio la vuelta, arrancó y nosotros nos tiramos al piso en la camioneta y arrastrándonos, porque sabíamos que el avión iba a parar ahí, subimos.Y ahí me dijo: “No podrás decir que te he dado una vida aburrida”. En el momento de más susto, tensión, espantoso, de hambre, de todo, se le ocurrió decirme algo así. Y me hizo reir.  Tenía la palabra justa en cada momento.

 

Ana Jerozolimski
(28 Enero 2019 , 15:08)

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