Mundo Judío

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El Problema con la Astrología - Confiar en D-os - La Transformación del Novio Ignorante - Devolver Objetos Perdidos

 

 

 

 

                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

No. 322

Horario de velas  en Montevideo 

29 de agosto  18.06

 

                                                                                        

EL PROBLEMA CON LA ASTROLOGÍA

Por Menajem Feldman

 

La postura de la Torá es clara: Si bien era común que las naciones de la antigua Canaán buscaran el consejo de los astrólogos, para un judío, la astrología está prohibida.

“Estas naciones ... escuchan a astrólogos y adivinos; pero a ti Hashem, tu D-os, no te permite hacer eso.” (Devarim 18:14)

Los judíos podrían preguntarse: ¿cómo sobreviviremos con esta desventaja? Mientras que las demás naciones podrían recurrir a sus astrólogos para que los guiaran en todo, desde la planificación de la guerra hasta la selección de acciones, ¡nosotros estaremos en la oscuridad! Pero Moisés los tranquiliza, asegurándoles que tendrán una fuente de información diferente:

“Un profeta de entre ustedes, de entre sus hermanos, como yo, les establecerá Hashem, su D-os; a él escucharán.” (Devarim 18:15)

La pregunta, por supuesto, es: ¿cuál es la diferencia entre un profeta y un astrólogo? Si escuchar a un astrólogo es tan terrible, ¿por qué no solo se nos permite, sino que de hecho se nos ordena, escuchar al profeta? La pregunta se intensifica al comprender que, si bien los astrólogos no siempre predicen el futuro con precisión, los profetas también tienen un historial incierto. Quizás la predicción más famosa que salió mal fue la de Jonás, que advirtió que la gran ciudad de Nínive sería destruida 40 días después, cuando en realidad no ocurrió tal cosa. Los ninivitas se arrepintieron y D-os evitó el terrible decreto.

¿Por qué no se cumplió la profecía? Porque solo una buena predicción debe materializarse; D-os es compasivo y puede evitar un evento negativo hasta el último momento. Los astrólogos, en cambio, afirman ser directos y no dejan margen para que sus predicciones cambien.

¿Por qué, entonces, querríamos escuchar a un profeta, cuya profecía puede o no cumplirse?

Aunque a primera vista no lo parezca, el profeta y el astrólogo no se dedican a lo mismo. Sus misiones son completamente diferentes.

El astrólogo predice el destino de una persona basándose en su personalidad, naturaleza o espiritualidad. En cierto modo, esta información es muy útil. ¿Por qué debería alguien pasarse la vida intentando descubrir en qué tendrá éxito o fracasará, cuando presumiblemente podría tomar un atajo y obtener la información directamente de un astrólogo? Pero el mensaje del astrólogo implica que una persona no puede cambiar; su naturaleza es su naturaleza, y esta determina su futuro.

El profeta, sin embargo, no se dedica a predecir el futuro. Su función es inspirar a la persona a liberarse de su naturaleza, a liberarse de su destino, y a comprender que no hay barrera infranqueable para el crecimiento espiritual. El astrólogo limita a la persona, mientras que el profeta la libera.

Cuando Nínive fue salvada, Jonás se enfureció profundamente. Inicialmente, intentó eludir su misión precisamente por temor a que D-os no destruyera la ciudad, poniendo en grave peligro su reputación como predictor profesional del futuro. Nadie volvería a confiar en sus predicciones. D-os estaba molesto con la ira de Jonás, precisamente porque Jonás había pasado por alto por completo el propósito de la profecía. No se dio cuenta de que, si su predicción hubiera tenido éxito, su misión habría fracasado, pues la misión del profeta no es definir el destino de una persona, sino decirle que puede cambiar y convertirse en una nueva persona cuando lo desee.

Aunque ya no estamos en la era de los profetas, debemos tomar el mensaje en serio, ignorar a nuestro astrólogo interior y escuchar a nuestro profeta interior. El mayor impedimento para el crecimiento, tanto espiritual como material, es la voz interior que nos dice que después de todos estos años sabemos quiénes somos, conocemos nuestras fortalezas y debilidades, sabemos dónde triunfaremos y dónde fracasaremos, qué podemos esperar y con qué ni siquiera deberíamos soñar. Lo tenemos todo resuelto.

El mandamiento de obedecer al profeta, en la porción de Shoftim, se lee durante el mes de Elul, el mes de introspección y arrepentimiento previo al Año Nuevo. Y leemos el libro de Jonás en Yom Kipur, el Día de la Expiación, porque al prepararnos para el Año Nuevo, debemos escuchar la voz de la profecía. Debemos comprender que, sea cual sea nuestra naturaleza, no podemos ni debemos permitir que nos limite. Debemos comprender que D-os nos da el poder de romper con nuestras limitaciones, de cambiar y de convertirnos en la persona que sabemos que debemos ser.

CONFIAR EN D-OS

[Dijo Moshé al pueblo judío: “En vez de intentar adivinar el futuro,] sed íntegros con D-os.” (Devarim 18:13)

Cuando estamos conectados con D-os no nos encontramos sujetos a ninguna especie de predestinación. Por lo tanto, no tenemos porqué preocuparnos de predecir el futuro, librarnos de los “conjuros” de fuerzas reales o imaginarias o abordar la posible influencia de antiguas encarnaciones en nuestras vidas.

La forma más segura de garantizar la felicidad y éxito en la vida es dedicarse en forma absoluta a aprender lo que D-os espera de nosotros (estudiando Su Torá), dirigir nuestras plegarias directamente a Él, y cumplir con Su voluntad.

Igrot Kódesh, vol. 18, pág. 205.

 

Deuteronomio (Devarim) 16:18 – 21:9

La quinta sección de Deuteronomio continúa el segundo discurso de despedida de Moshé al pueblo judío. Moshé comienza instruyendo al pueblo judío en la designación de jueces (shoftim, en hebreo) por toda la Tierra de Israel para juzgar casos en litigio y garantizar el cumplimiento de la ley. Luego provee instrucciones acerca de los demás líderes del pueblo judío: el rey, los sacerdotes y los profetas.

 

LA TRANSFORMACIÓN DEL NOVIO IGNORANTE

Por Hillel Baron

El Rabino Avraham Abish de Frankfurt nació en una familia de grandes eruditos de la Torá, pero no logró encajar del todo. Experimentó dificultades de aprendizaje, incluyendo dificultad para leer. A pesar de su dificultad para participar en la vida judía, fue un joven sincero que desarrolló un profundo temor del Cielo.

Su padre comprendió que no podía casarse con una mujer de una familia de eruditos y le organizó una boda con la hija de un empresario adinerado y temeroso de D-os de la ciudad de Mezritch.

La costumbre en esas zonas era que, durante las festividades de una boda, el novio dirigiera la bendición después de la comida, recitando en voz alta las últimas palabras de cada bendición. Sus hermanos, preocupados por que su falta de lectura los avergonzara, se encargaron de darle clases particulares y ayudarlo a memorizar las bendiciones.

Durante una de las comidas previas a la boda, rodeado de su familia, le pidieron que dirigiera las bendiciones como preparación para las festividades. Pero su mente se quedó en blanco y no pudo recordar lo que había memorizado.

Frustrados y avergonzados, sus hermanos lo regañaron y le dijeron que era una "vergüenza para la familia". Desanimado, dejó la mesa y se adentró en el bosque, donde rezó a D-os como nunca antes.

Agotado, se quedó dormido y soñó con un hombre de aspecto imponente que le dijo: "Te bendeciré para que tengas éxito en la erudición, siempre que te mantengas humilde, como siempre lo has sido. Siempre que me aparezca ante ti, escucharás lo que te enseñe y luego lo repetirás".

La boda se celebró un lunes. El martes por la mañana, el novio fue enviado a rezar a la sinagoga del pueblo. Después de las oraciones, el santo hombre de su sueño se le apareció y le habló, así que el joven novio se levantó para hablar ante el pueblo. Presentó una hermosa disertación sobre un tema oscuro del Talmud, y todos se agolparon a su alrededor, profundamente impresionados por sus enseñanzas.

Mientras tanto, su padre y su familia lo esperaban, preguntándose por qué se demoraba tanto. Fueron a la sinagoga para ver qué pasaba y se maravillaron al verlo pronunciar un discurso.

“Por fin ha demostrado su potencial como gran erudito y un tributo a la familia”, se dijeron. “Quizás deberíamos ver la posibilidad de terminar este matrimonio, ya que ahora puede casarse con una gran familia rabínica como la nuestra”.

Pero el novio, por supuesto, se negó y dijo que la mujer con la que acababa de casarse claramente había sido ordenada para él por D-os. Se fue con su esposa a estudiar en las academias de Torá de la época y se convirtió en uno de los grandes eruditos de Israel.

Sin embargo, siempre mantuvo su humildad. Al firmar, escribía: “Avram ‘hu” (“él es Avraham”). Esto le recordó a él y a los demás cómo D-os eligió transformar a Abraham, nuestro antepasado, en un gran hombre, cambiando su nombre de Avram a Avraham, que conlleva el significado de “Padre de multitudes de naciones”. La pista era que lo mismo se aplicaba a él: había sido llamado por D-os y se había transformado en el erudito que ahora era.

 

 

DEVOLVER OBJETOS PERDIDOS

Vas por la calle y, de pronto, encuentras algo: un celular, una billetera, un gato perdido. ¿Qué haces? ¿Te lo quedas? ¿El que lo encuentra se lo queda? ¿O mejor será que lo dejes ahí y sigas caminando? Ni una cosa ni la otra.

"No verás al buey o a la oveja de tu prójimo extraviados y los ignorarás; los devolverás…" (Deuteronomio 22:1)

¿Acaso el objeto tiene nombre o tiene algún rasgo distintivo?

El celular puede identificarse en base a lo que tenga registrado, incluso, según el número de serie (si el dueño realmente es una persona organizada). Y la billetera, probablemente, pueda ser rastreada por su contenido.

Entonces, lo que haces es llevártelo a tu casa y tratar de encontrar al dueño. Pega carteles que anuncien el hallazgo, comenta lo sucedido en las sinagogas locales. No proporciones ningún detalle. Solamente di que encontraste un reloj, no digas de qué color es ni de qué marca. Si alguien lo identifica, devuélveselo.

Mientras el objeto esté en tu posesión, guárdalo bien. Si es una joya, ponla en la caja de seguridad; si es una prenda de vestir, dóblala y guárdala; si es una bicicleta, guárdala en el garaje. ¡No tienes derecho a usarla! Úsala solamente si es necesario para el mantenimiento del objeto. Por eso, conviene que manejes la motocicleta que encontraste dando una vuelta a la cuadra una vez cada tantas semanas para mantener en estado el motor, pero nada de paseos…

Excepciones:

• "El que lo encuentra se lo queda" se aplica a objetos genéricos que no tienen rasgos de identificación. Por ejemplo: un billete de $100 flotando en el viento, una birome, un paquete de papas fritas (si, como es de esperar, el dueño perdió la esperanza de encontrar el objeto que perdió antes de que tú lo encontraras).

• No puedes hacer una mitzvá transgrediendo otra. Así que no tomes esa billetera si es Shabat.

• Los objetos que prácticamente no tienen valor no necesitan ser devueltos.

También:

Ayuda a tu prójimo antes de que pierda lo que le pertenece. Si ves que las posesiones de tu prójimo corren peligro, salvalas. Si está por venir una inundación, coloca bolsas de arena. Si el viento está a punto de arrojar una rama de árbol en su auto, tocale el timbre y dile que lo mueva.

 

 

VIVIENDO MASHIAJ

Por Lazer Gurkow y Aharon Loschak

YENDO A DORMIR

Tienes mucho para hacer, pero ya es tarde en la noche: tus energías están agotadas y necesitas ir a dormir. El dormir no solo restaura la energía, nos provee un nuevo comienzo que nos permite alcanzar alturas a las que nunca hubiéramos llegado de otra forma. 

Similarmente, cuando venga Mashiaj, experimentaremos alturas espirituales que nunca hubiéramos logrado sin la noche del Galut.

Mientras te estás durmiendo, recuerda que estás preparando el escenario para experimentar por la mañana un salto como el del Mashiaj. 

 

 

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