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Los cristales se siguen rompiendo

Por "Sebastián Sansón Ferrari"

Sobre el autor: es periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Montevideo (UM), corresponsal de la Asociación Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (SIGNIS ALC) y colaborador de Vatican News. Escribe en el Semanario Hebreo sobre diálogo interreligioso.

Noviembre de 1938: una página oscura de la historia. Comercios de judíos, espacios de oración y estudio como sinagogas y Yeshivot, fueron saqueados e incendiados en la Alemania nazi. “Libros y rollos sagrados fueron quemados en las calles y plazas. Todo al grito de: ‘¡Muerte a los judíos!’”, evoca el comunicado de la Confraternidad Judeocristiana del Uruguay, pionera en América Latina.

82 años después, personas, instituciones y lugares de culto de todas las religiones nos sumamos a la iniciativa de encender una luminaria en la noche del 9 de noviembre, “como forma de dejar inequívocamente, entre todos, nuestra huella indeleble de adhesión a las causas que nos unen”, añade el texto de la Confraternidad. También es un símbolo de solidaridad y compromiso en la lucha contra el antisemitismo, el racismo, el odio y la intolerancia. Esta propuesta se enmarca en otra que es global, bajo el lema “Hágase la luz”, promovida por “Marcha por la Vida”, una iniciativa para la enseñanza y recordación de la Shoá.

Alguna persona que lea estas líneas podría pensar: “Pero si el antisemitismo no existe en Uruguay...”. De inmediato, lerecuerdo el asesinato antisemita de David Fremd Z’L ocurrido en marzo de 2016 en Paysandú. Por supuesto que existe y tiene muchos rostros: en agresiones como esta, aunque también hay otras manifestaciones que no son de violencia física: en algunas pintadas por parte de neonazis negadores de la Shoá, en las redes sociales, en medios de prensa y en discursos de líderes políticos. Así me lo explicó Shai Abend, director de la Cátedra Permanente de Estudios Judaicos Nisso Acher de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), en una entrevista reciente para el Semanario Hebreo Jai. 

En esa charla también realizó algunas precisiones conceptuales importantes: “Cuando hablamos de judíos, encontramos algunos sinónimos: judíos, hebreos, israelitas... Las grandes instituciones del Uruguay llevan este nombre: Comunidad Israelita, Comité Central Israelita... Estamos hablando de que fueron creadas en los años 30, 40, cuando la palabra ‘judío’ se usaba con una connotación peyorativa y el término ‘israelita’ era un sinónimo. No obstante, esto ha provocado algunas confusiones, como el ser israelita (el ser judío), ser uruguayo de religión judía con ser israelí, que es el ciudadano del Estado de Israel. Es bastante común y se da a nivel del Estado, donde muchas veces actores políticos confunden esto de ser el pueblo judío,  que tiene una conexión muy fuerte con el Estado de Israel, pero que son ciudadanos uruguayos”.

Como católico, me siento en plena sintonía con el mensaje de la Confraternidad: “Este año, en especial, el Creador nos ha mostrado, una vez más, que el único camino de salvación posible para la humanidad es que caminemos juntos y seamos uno, sin perjuicio de las diferencias, conformando entre todos la mejor versión del plan de Dios”.

Es el tiempo propicio para abrazar la fraternidad universal. El recuerdo de episodios como este es importante porque, 82 años después, los cristales se siguen rompiendo, en otras dimensiones, pero se siguen rompiendo. 

Bendita sea la memoria de quienes ya no están entre nosotros. 

 



 

Yeshivot: plural de la palabra “Yeshiva”, que refiere a los centros de estudio de la Torá y el Talmud.

 

 

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