Entrevistas

Divorcio con dignidad en el judaísmo

Ethel Barylka nos explica uno de los temas más dolorosos: la mujer aguná o “anclada”

No es el tema más conocido públicamente, pero quienes padecen su problemática, pueden seguro asegurar que es el más doloroso: la mujer “aguná” que no consigue divorcio sea porque su esposo desapareció o simplemente rehusa concedérselo, lo cual le complica la continuación de su vida y la deja “anclada”, atascada totalmente.

Para entender a fondo de qué se trata nos dirigimos a Ethel Barylka, quien en su sitio digital “Mujer y Judaísmo” realiza el próximo domingo 21 de febrero una actividad dedicada a fondo a este tema.

 

Ethel, autora del libro “Judaísmo en Femenino” que se publicó en el 2018, creadora y directora del sitio “Mujer y Judaísmo”, nació en Buenos Aires en 1961 y reside en Israel desde hace más de tres decenios. Estudió Literatura Hebrea y Filosofía en la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde obtuvo también el master en Judaísmo Contemporáneo.

Ha desarrollado su actividad en educación judía formal e informal en Brasil, México, Argentina, España e Israel; publicado decenas de estudios sobre Judaísmo, Sionismo, Mujer, y la historia de agrupaciones juveniles sionistas y es asesora de colegios judíos en Europa y Latinoamérica.

Su faceta de activista en el terreno del feminismo ortodoxo, se conoció a partir del curso que por Internet diera acerca de la Mujer y el Judaísmo en el que participaron más de mil alumnos en el año 2000 que allí descubrieron la riqueza que se puede encontrar en las fuentes judías para nutrir también el pensamiento contemporáneo acerca del género. Esa obra se prolongó en su activismo social, en diferentes medios femeninos ortodoxos en Israel, promoviendo el estatus y los derechos de las mujeres en el dominio de la Halajá, el liderazgo religioso, y la vida comunitaria.  Egresada de la Escuela de Abogacía Rabínica de Or Torá Stone, en Jerusalén, ocupó cargos directivos en diferentes sinagogas ortodoxas.

Firmando su libro

 

 

P: Ethel, el tema que nos convoca hoy es uno de los más dolorosos en el judaísmo: el de la mujer aguná, en plural agunot. Desde “Mujer y Judaísmo”, el portal tan singular y de tan alto nivel que vos fundaste hace ya años y que dirigís, estás difundiendo hace ya un tiempo el anuncio de la actividad sobre las Agunot, bajo el título Divorcio con Dignidad. Creo que es ineludible comenzar pidiéndote que expliques, por si alguien no conoce el tema, en qué consiste este concepto de Aguná.

R:   Desde el punto de vista de la norma judía se llama aguná, palabra hebrea que literalmente significa "encerrada" "encadenada" o "anclada" (en hebreo moderno) a toda mujer judía casada cuyo marido ha desaparecido y por lo tanto ella está separada de su marido y no puede volver a casarse, ya que no es viuda, ni está divorciada. Hoy en día ampliamos el uso del término también a mujeres que corresponden a otra categoría que es la de mesuravot guet – mujeres cuyos maridos les niegan la otorgación del divorcio. Si bien son dos situaciones diferentes, la consecuencia par a la mujer es la misma, sigue atada a un vínculo que no existe, o que no desea.  La norma prescribe que un matrimonio solo puede disolverse mediante el divorcio o la muerte de cualquiera de los cónyuges. Y, el divorcio tiene valor mediante la entrega por parte del marido de un guet ("carta de divorcio") a su esposa. La ausencia del marido o su negativa voluntaria a poner punto final a su matrimonio atenta contra cualquier posibilidad de divorcio.  

P: Me parece que antes de seguir adelante y ahondar en el tema, sería oportuno pedirte que cuentes a los lectores cómo te presentarías desde el punto de vista de tu identidad religiosa judía. Sé que no te gustan las etiquetas, pero a veces ayudan a que otros entiendan la visión desde la que uno parte.

R: Bien dijiste que no me gustan las etiquetas, que creo que solo fortalecen los estereotipos. Mi marco de pertenencia y referencia está en el marco de la Halajá y el pensamiento judaico y mis posturas están inscritas en el marco de referencia de la larga cadena de las normas e interpretaciones producidas en el transcurso del tiempo, desde nuestra Torá y hasta nuestros días. Y como israelí, respeto, aunque no siempre esté de acuerdo, los fallos y las resoluciones del rabinato principal de Israel. El etiquetarnos como judíos, es una manera poco útil de definir la identidad tan compleja que tenemos los judíos, y una manera de crear diferencias… creo que es hora de crear puentes, y dejáme decirte que las mujeres tenemos mucho lo que aportar en esto. 

P: Volvamos pues al tema de la mujer aguná ¿La Halajá tiene una posición clara al respecto?

R: Si. Muy clara. Una mujer aguná, queda imposibilitada de volverse a casar por lo tanto de establecer una nueva familia y de procrear hijos según la norma. Es una especie de paria social. Queda separada, relegada, y arrinconada, porque su pareja – que de hecho ya ha dejado de serlo – haciendo uso manipulativo de una prerrogativa que le otorga la ley toránica, simplemente desea extorsionarla o castigarla por su resentimiento y en muchos casos por sus problemas sicológicos que le impiden terminar formalmente una relación ya que ven a la mujer un objeto de su pertenencia y no un sujeto independiente.

 

P: Yo me refería si la Halajá tiene una posición respecto a cómo proceder con el hombre que rehusa dar el divorcio y desaparece intencionalmente, arruinando así la vida de la mujer. ¿O eso ya es tema de las autoridades?

R: Los juristas a lo largo de los siglos establecieron sanciones contra esa clase de hombres, en su mayoría relacionadas a la presión social que puede ejercer la comunidad contra el individuo, algo parecido al "jerem". Rabeinu Tam estableció lo que se llamó "distanciamiento", tomar distancia social de ese hombre, no comerciar con él, no llamarlo a la Torá en la sinagoga, etc. Algo parecido a lo que hoy llamamos el "shaming".  Por otro lado, dependiendo de las circunstancias y en el caso de los tribunales rabínicos de Israel, pueden por ley aplicar puniciones tales como embargos, cárcel, etc. El tema es delicado porque la norma también establece que el divorcio no puede ser coaccionado. El equilibro es delicado. Pero no hay duda que puede hacerse más que lo que se hace. 

P: En la vida práctica del judaísmo ¿ha habido una evolución en este tema o es imposible cambiar nada?

R: En el judaísmo todas las instituciones, y la de la familia es quizás la más importante de ellas, han estado y continúan estando en constante dinamismo. Recordemos como ejemplo que el judaísmo fue polígamo y por decisión religiosa dejó de serlo o que el marido podía divorciar a su mujer sin su consentimiento, cosa que hoy día es imposible.

Respecto al tema de la aguná paradojalmente durante muchos años ha habido una involución y no una evolución, paradójicamente sabemos que durante muchas épocas los tribunales rabínicos fallaban a favor de la mujer buscando bajo tierra toda argucia jurídica para liberarla de su encadenamiento y después se produjo un cambio de la tendencia limitando esa predisposición. Para darte un ejemplo, la halajá establece que para liberar a una mujer de su estado de aguná se puede recibir testimonio incluso de un gentil, incluso de un esclavo, incluso de la propia mujer de que el marido por ejemplo está muerto, para poder liberarla. O puede el tribunal recibir testigos en Shabat. El tema es tan importante que se puede hacer muchas cosas que normalmente no se harían. Hoy hay muchas voces que retoman la línea de liberar las cadenas de la mujer, no con la velocidad ni con la autoridad que sería necesaria, mientras exista así sea una sola mujer anclada en esa situación.

P: ¿Cuán extendido es el problema de las agunot?

R:  Debemos marcar las diferencias entre Israel y los países de la dispersión. En estos últimos, el tribunal rabínico no cuenta con ninguna potestad punitiva para obligar al marido a liberar a su mujer, más que su fuerza moral. En un ambiente secularizado y sin pertenencia comunitaria en el que se encuentra la mayoría de los judíos de la Golá, prácticamente carece de toda fuerza. Peor, aún, muchos tribunales comunitarios son reticentes a aplicar las normas  cuya utilidad ha sido demostrada por la jurisprudencia religiosa, por cobardía y temor a las cortes misóginas mientras que las autoridades comunitarias paradójicamente en su mayoría formadas por personas poco militantes en el terreno religioso, se unen con su silencio a esas actitudes. Pero- también hay que decirlo- hay tribunales valientes, que trabajan y mueven cielo y tierra, pero su poder es limitado. Más de una vez es necesaria la intervención de un tribunal civil ante el cual se pueda demandar por ejemplo los alimentos de los hijos u otros temas económicos que ejerzan presión sobre el transgresor. Pero esto también es manipulado…  "te daré el guet si renuncias a los alimentos, o al departamento" son chantajes comunes a los que lamentablemente muchas mujeres terminan cediendo. 

En el caso de Israel, dado que el derecho de familia, por sanción legal del parlamento está en manos de las autoridades religiosas de cada credo, los jueces gozan de mayores medios punitivos que pueden aplicar para estimular la liberación de la mujer, como ser embargos, limitaciones y hasta cárcel. 

En Israel las cifras oficiales contradicen las que manejan las organizaciones femeninas, ya que las cifras oficiales no tienen en cuenta los casos en los que el tribunal ha dado el fallo y el hombre no lo cumple sino la definición más estrecha. 

P: ¿Querés decir que en la realidad se resuelven muchos más casos de lo que suelen publicar las organizaciones femeninas?

R: No, por el contrario. Digo que los tribunales no consideran aguná si hay un fallo dado… pero de facto la mujer puede seguir esperando el guet durante años aunque el tribunal haya fallado que el marido debe darlo. 

P: ¿Cómo se explica el fenómeno? Es mero egoísmo del hombre que se va y no da divorcio, maldad, celos… ¿Todo junto?

R: La problemática tiene una base concreta y objetiva que deriva de dos elementos halajicos importantes, la prerrogativa que la Torá le da al hombre para que sea él que otorgue el divorcio en absoluta libertad. O sea, no puede forzarse un divorcio. Pero esto que comienza siendo una norma que también a lo largo de los siglos como ya vimos fue acotada, es aprovechada por muchos que empoderados con esto lo utilizan como una herramienta en el conflicto del divorcio, que como sabemos en general es una situación de choque. En lo personal creo que esto es una situación denigrante en relación a la mujer y al propio hombre que "cosifica" a quien fuera su pareja, desconociendo su dignidad humana, al privarla de su libertad. 

 

P: Está claro que el hombre que actúa así, es el culpable. Pero no puedo evitar sentir y pensar que el problema original está en la prerrogativa que la religión judía da al hombre para el divorcio. ¿Qué te parece?

R: Es verdad que hay un tema de fondo que tiene que ver con la prerrogativa que entrega la Torá al hombre,  pero nuestros sabios han sabido ajustar y hasta "circunvalar" prohibiciones en casos de extrema necesidad, creando figuras halajicas concretas, como en el caso del Heter Iska o del Pruzvul, por citar sólo unos ejemplos. No hay por qué no aplicar hoy ciertos mecanismos que ya existen, como por ejemplo lo que se llama el divorcio condicionado, que ya existió en la época del Rey David, o la disolución del vínculo por parte del tribunal en ciertos casos.  Recordemos que cuando los sabios establecen por ejemplo la ketuba, también es con la intención de proteger a la mujer. ¿Entonces cuál es mecanismo que puede proteger a la mujer en el siglo 21? Hay quienes piensan que lo más apropiado sería la firma de un contrato prenupcial que estipule el compromiso recíproco de respetarse mutuamente y dar el divorcio si alguna de las partes lo pide. 

P: ¿Qué pasa con la mujer que siendo aguná inicia una nueva relación de pareja?

R: Una mujer judía que desea vivir normativamente no puede iniciar una nueva relación de pareja porque hasta que no obtiene el divorcio estaría cometiendo adulterio. 

Si opta por vivir fuera del marco normativo judío, y por contar con el divorcio civil iniciara una familia contrayendo boda civil o si viviera en pareja sin compromiso legal, además de contravenir la norma religiosa, viviría con culpa, algunas veces con la reprobación social y correría el riesgo de tener un hijo que luego cargaría con las consecuencias de su estado por otro tipo de sanción religiosa. Pero esto no es así solo para las mujeres observantes, también alguien que no considera importante la norma judía y decide unirse a otra persona sin tener el guet concluido corre el riesgo de perjudicar el status de los hijos de esa unión, si los hubiera, ya que ella sigue de hecho casada a otro hombre. Ha habido lamentablemente más de un caso en el que un joven se acerca luego a la religión y recién pocas semanas antes de su boda descubre que no la puede contraer. El drama en ese caso envuelve también a la familia de su prometida o prometido y es terrible. Los daños sicológicos que se crean son invalorables además de daños económicos y sociales.

 

P: Y quizás lo principal ¿Cómo solucionar el tema?

R: Nuestro encuentro del domingo 21 de febrero sobre este tema, en el que participarán personas que se encuentran en el estado de aguná o que estuvieron en él muchos años, atestiguará el sufrimiento y la gravedad del problema. El panel formado por especialistas del tema, resumirá las acciones de prevención que hoy día se pueden aplicar, y que yo en lo personal recomiendo mucho, y presentará también a las autoridades rabínicas y comunitarias, instrumentos civiles y religiosos que se aplican con éxito en muchos países. Hay mucha gente buscando soluciones, desde los contratos prenucpciales de respeto mutuo hasta toda clase de sanciones ya contempladas en la propia Halajá. ¿Por qué habría un hombre que niega el divorcio a su esposa, seguir siendo considerado parte de la comunidad, del minian? 

P:Una de muchas preguntas relevantes por cierto.  ¿Hay distintas propuestas entre las distintas corrientes del judaísmo? O sea ¿se puede decir “esto sugieren los ortodoxos, esto los conservadores y esto los reformistas” o es mucho más complejo?

R:  Es un poco más complejo por lo que te expliqué antes, que también quien no le importa el cuidado de la norma, necesita del guet por muchos motivos. O sea, que también si una boda se hizo fuera de la ortodoxia lo recomendable es hacer el guet. Vale la pena mencionar que existe una coalición de organizaciones femeninas de todas las denominaciones del judaísmo que trabajan juntas en la búsqueda de soluciones. Las soluciones son las mismas, la pregunta de la aplicación tiene muchas veces más que ver con la osadía que con otras cosas.  Por dar un ejemplo también desde la perspectiva ortodoxa existe la posibilidad de que el tribunal anule un matrimonio, sin embargo casi que no pasa. 

P: ¿El que exista esta problemática significa que el papel o mejor dicho el lugar de la mujer en el judaísmo son de inferioridad?

R: La mujer vive todavía hoy en estado de inferioridad en la mayor parte de los países y culturas. Alcanza ver el porcentaje de mujeres en los poderes legislativos y jurídicos de las naciones más adelantadas o en la escala de salarios que son discriminatorios. El tema que nos convoca hoy forma parte de la tradición familiar que sirvió durante siglos para una buena funcionalidad de la pareja judía. Recordemos que el derecho de divorcio, apenas se fue logrando en los países de mayoría cristiana recién a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Recordemos los divorcios "vía Uruguay" o "vía Paraguay" de los ciudadanos judíos y no judíos de los países vecinos, mientras que el divorcio religioso judío existe hace miles de años. Es evidente que en nuestro tiempo la familia está pasando por momentos de grandes cambios y aparecen nuevos modelos de convivencia estable, sean aceptados o no por las leyes nacionales de los países. La normatividad judía cuenta con soluciones también para el caso de la aguná, pero, no hay la valentía necesaria para aplicarlas y las actuales circunstancias también obligan a ajustes para adecuar el proceso religioso del divorcio tal como lo hicieran en otras generaciones ajustadas otras instituciones, incluso la familiar.

P: Muy interesante todo esto. ¿Algo que quisieras agregar?

R: Me has dado la posibilidad de explicarme lo mejor que pude sobre este teme de la aguná, que atañe a todos los judíos, obviamente a las mujeres en todo estado civil y religioso en el que se encuentran como a todos los hombres, y particularmente a los rabinos y a las autoridades comunitarias. Solo me resta agradecerte mucho esta posibilidad y el honor de ser entrevistada por el órgano de prensa que tú conduces con profesionalidad y pasión sin par.

P: Muchas gracias por tus palabras Ethel. Y mucho éxito en la nueva actividad del domingo, una de tu cadena de miles de conferencias, clases, escritos, siempre enseñando. 

R: Gracias a ti.

Ana Jerozolimski
(18 Febrero 2021 , 01:20)

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