Mundo Judío

MiSinai

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No. 154
Bejukotai
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Horario de velas en Montevideo, Viernes  27/05  17;25

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MÁS ALLÁ DEL REPROCHE

Por Yossy Goldman

"Mi colesterol está por las nubes, mi jefe no está contento con mi trabajo, mi esposa piensa que nuestro matrimonio es un desastre y ahora se me rompe el auto. Por D-os, ¿por qué me tiene que pasar todo esto a mi? ¿Me lo merezco? ¿Soy tan mala persona?"

¿Le suena familiar? Como rabino he escuchado esta y otras preguntas similares muchas veces a través de los años. Implícito en la pregunta esta la asunción que cualquier sufrimiento o infortunio que cae sobre nosotros debe ser alguna forma de retribución divina; seguramente, debe ser un castigo de D-os. Pero si soy tan buena persona, ¿por qué me merezco tal castigo? Y si, además de eso, también creemos que D-os es bueno, entonces se convierte en algo increíblemente difícil de descifrar para un mortal como yo.

¿Pero que pasa si le digo que el castigo divino es sólo uno de varios escenarios posibles para explicar su predicamento? Hay muchas y muy buenas explicaciones e interpretaciones para el sufrimiento humano. De hecho, puede no ser un castigo para nada. Así que no se apure a asumir eso.

La sección de la Torá Bejukotai (Levítico 26:3-27:34)  incluye una sección conocida como el Reproche. Es una fatídica advertencia de los problemas que caerán sobre Israel si se apartan del camino de D-os. Los místicos enseñan que aun estos castigos aterradores son, en realidad, bendiciones ocultas que no pueden ser percibidas como tales. 

Recuerdo haber escuchado una analogía interesante sobre este tema del conocido autor y rabino Dr. A.J.Twerski. Una madre lleva a su niño al doctor. El doctor se prepara para darle una vacuna inyectable al niño. El niño no es tonto. El ve que se viene un problema, y no se la hace fácil al doctor. De hecho, la madre debe agarrar al niño mientras el doctor le da la inyección, y el niño está chillando y gritando. Menos de un minuto después el niño pone su cara sobre los hombros de la madre, buscando desesperadamente consuelo en el abrazo de ella. Y la pregunta es ¿por qué? ¿No fue la madre cómplice del crimen cuando lo sostuvo mientras el doctor lo atacaba? ¿Por qué este niño encuentra de repente confort en los hombros de su madre? ¡Ella es el enemigo!

La respuesta es que cada niño sabe intuitivamente que su madre lo ama y quiere lo mejor para su hijo. Aunque haya un lapso temporario, el sabe que durará poco. Luego de la fugaz prueba de fe, el lazo de amor innato y esencial entre la madre y el niño de restablece rápidamente.

Y así también es con nuestro Padre en el Cielo. A veces podemos estar furiosos, parece que hubiera unido fuerzas con el Satán. ¿Por qué permite que todas esas desgracias terribles caigan sobre nosotros? Pero con todo, sabemos que real y verdaderamente nos ama. Después de todo somos Sus hijos. ¿La madre en el consultorio odia a su hijo? ¿Lo está castigando? D-os libre. ¿El doctor quiere herir al niño? Por supuesto que no. Así que, al igual que un niño se consuela con su madre, el judío se consuela con el conocimiento y convicción de que D-os nos ama.

Para nosotros puede permanecer como un misterio pero para D-os hay un plan cósmico y eterno. El niño no entiende o aprecia la inyección y nosotros tampoco podemos sondear las "vacunas" divinas que debemos soportar de tanto en tanto. No obstante, aceptamos de buena fe que de alguna manera hay una razón, y una buena razón, detrás de todos nuestros problemas. Puede no llegar a que se nos revele en este mundo, solo en el próximo. Así que necesitamos una suficiente cantidad de paciencia. Personalmente, estoy preparado para arreglármelas viviendo en suspenso. 

En nuestros momentos de miseria y en nuestros días de angustia, recordemos que a nuestro Padre en el Cielo que nos ama, seguramente no le importamos menos que a la madre en el consultorio médico.

HONRANDO A NUESTROS HIJOS

[D-os le instruyó a Moisés que le diga al pueblo judío] “Si un hombre consagra a D-os parte de su campo heredado...” (Vaikrá 27:16)

¿Por qué la Torá nos permite donar al Templo o sus sacerdotes posesiones que D-os nos ha otorgado? ¿No será considerado ser desagradecido con D-os o quizás eludir la responsabilidad que Él ha puesto en nosotros al poner esos recursos a nuestra disposición? La respuesta es que en realidad todas nuestras posesiones le pertenecen a D-os. Sólo las ha puesto a nuestro cargo durante nuestras vidas para que las refinemos, y para que al refinarlas, nos refinemos a nosotros mismos y al mundo. Por lo tanto no tenemos “derechos” inherentes sobre lo que poseemos; no es nuestro para que abusemos o desperdiciemos a nuestra discreción.

Si esto es verdad en cuanto a nuestras posesiones externas, cuanto más es verdad con respecto a nuestros talentos y nuestros cuerpos. Debemos hacer un uso apropiado de ellos y dirigirlos hacia fines positivos; no son nuestros para abusar o darles mal uso. Y esto es aún más verdad con respecto a nuestros hijos, a quienes valoramos más que a nosotros mismos. Nuestros hijos le pertenecen a D-os, quien los ha confiado a nuestro cargo para que los criemos para que sean buenos y santos. Está en nuestra naturaleza como padres no escatimar ningún esfuerzo en pos de lo que es lo mejor para nuestros hijos. Nuestra mayor prioridad, entonces, debe ser proveerles de una educación judía, basada en los valores eternos de la Torá. Esta es la mejor forma de asegurar su verdadera y mayor felicidad.

Likutei Sijot, vol. 22, págs. 166-172; Sijot Kódesh 5741, vol. 1, págs. 567-575.

 

Levítico (Vaikrá) 26:3 – 27:34

La décima y última sección del libro de Levítico abre con D-os prometiéndole al pueblo judío que si siguen Sus estatutos (Bejukotai en Hebreo), serán recompensados con riqueza material y bienestar. Lo opuesto también es verdad: al abandonar las leyes de D-os, perderán Sus bendiciones. A continuación, D-os le instruye al pueblo judío con respecto a qué, cómo, y bajo qué circunstancias pueden hacer donaciones al Templo o a los sacerdotes.

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UNA PUERTA FORTUITA EN JERUSALEM

Por Mordechay Granevich

Hace unos 20 años, cuando terminaba mi adolescencia, solía recorrer la ciudad con un amigo músico buscando oportunidades para hacer a la gente feliz. Llevábamos una guitarra, una darbuka y mucha energía positiva. Queríamos romper las barreras entre la gente, abrir los corazones y forjar nuevas conexiones. Queríamos relacionarnos con otros de una forma espontánea y afectuosa. Durante varias noches cada semana recorríamos Israel, incluso después de un largo día de trabajo. Así estábamos de inspirados.

Durante nuestras excursiones encontramos que había lugares donde era fácil interactuar con la gente y otros donde era más difícil. Si uno entra en una base militar, por ejemplo, o encuentra un grupo de jóvenes en el parque, es de lo más simple estimular sus corazones. Las personas ya están esperando una conexión emocional, y en cuanto comenzábamos a tocar, se unían enseguida. Con toda la música, el canto y las conversaciones, cuando terminaba la noche siempre habíamos hecho varios amigos.

Otras noches, sin embargo, no teníamos un destino específico. Entonces, golpeabamos puertas al azar. Mansiones hermosas, apartamentos simples, no nos importaba. Pero la parte más difícil era siempre después que tocábamos el timbre.

- “¿Quién es?”, respondían.

- “Un par de jóvenes que buscan traer felicidad”

“Debe ser un error”, solían decir, “no hicimos ningún pedido.” o “Ya doné en la oficina”, o “Disculpen, pero no tengo la llave.” Una vez nos respondieron así en todos los apartamentos de un edificio. Imaginen eso, todo un edificio con personas encerradas en sus apartamentos sin llaves. En momentos como esos, mi amigo y yo intercambiábamos miradas y nos íbamos. Pero con honestidad, no culpo a la gente, no estoy seguro si yo hubiera abierto la puerta tampoco.

Pero cuando alguien abría la puerta, ah!. Las cosas que pasaban, las historias que podría contar, llenarían un libro.

Tarde una noche, golpeamos la puerta de un apartamento en un complejo de Jerusalem y esperamos luego de un largo momento de silencio. Entonces, desde adentro, escuchamos una respuesta débil, “¿Quién está allí?”. Era la voz de una mujer que sonaba verdaderamente quebrada. 

- “Dos jóvenes que buscan traer un poco de música y felicidad”, respondimos.

Otro momento de silencio y nos preparamos para irnos. Entonces, escuchamos la cerradura, y una mujer de mediana edad abrió la puerta. Su pelo gris despeinado, y su ropa desarreglada. Su cara estaba mojada con lágrimas. Detrás de ella, podíamos ver la casa que estaba toda desordenada, y era obvio que había pasado algo trágico. Pero nos invitó a pasar, y tocamos y cantamos para ella, hasta que al final vimos un poco de luz en sus ojos.

Cuando terminamos, nos preguntó, “¿Están seguros de que son seres humanos?”. Su voz temblaba.

La miramos con intriga y continuó.

“Estoy pasando por un momento muy difícil en mi vida. Es muy doloroso para mi. Justo antes de que me golpearan estaba sentada en el sillón ... no me podía ni mover ... pero le dije a D-os, “si Tú estás realmente aquí, por favor, por favor, haz algo. Envíame un ángel que traiga un poco de alegría a mi corazón.” Y entonces ustedes golpearon. Por eso les estoy preguntando ¡¿están seguros que no son ángeles del cielo?!”

Sonreímos, le agradecimos y tocamos otra canción. Cuando nos fuimos, ella cerró la puerta, pero otra puerta permaneció abierta.

LA TZEDAKÁ II

El sabio rey Salomón escribió: "Cuando le das a un pobre, le estás prestando a D-os". Eso se debe a que D-os devuelve todos los fondos de caridad, junto con atractivos dividendos, aquí mismo, en este mundo. Según el profeta Malaji, D-os incluso nos desafía diciendo: "Prueben y vean".

Hacerlo bien:

La forma más elevada de tzedaká (caridad) es proveerle a la persona independencia. Darle un préstamo a un amigo para que pueda embarcarse en un proyecto empresarial, ayudar a tu amigo a encontrar un trabajo o darle un puesto en la empresa de tu familia.

Nadie debería pagar con su dignidad la ayuda que recibe de otra persona. Es por eso que lo mejor es dar en forma anónima. Además, siempre hay que dar antes de que te pidan. Ahórrale al otro el bochorno de tener que pedir.

Y el principal ingrediente: da con una sonrisa y con genuina calidez. ¡Nuestros sabios enseñaron que la forma en la que das es más importante aún que la cantidad que das!

El momento indicado para hacerlo:

Siempre es el momento indicado para dar. Pero hay ciertas instancias que son más propicias que otras.

Deja caer unas cuantas monedas en la pushka (alcancía de caridad) antes de rezar. Dales a los demás y D-os te dará a ti.

Es muy recomendable que las mujeres y las niñas hagan lo mismo antes de encender las velas de Shabat y de las fiestas, antes de darles la bienvenida a los días más sagrados de todo el calendario.

Existe la antigua tradición de prometer dar dinero para tzedaká durante la plegaria de Izkor para mérito de las almas de los seres queridos que se fueron de este mundo. En su morada celestial, ellos ya no pueden hacer mitzvot, así que de nosotros depende que las hagamos en lugar de ellos.

El resultado de hacerlo:

Cuando D-os creó el mundo, Él nos dejó a nosotros la tarea de infundirle espiritualidad y sentido. No hay nada que logre esto como la tzedaká. Da tzedaká y todo el esfuerzo que invertiste en ganarte ese dinero con el sudor de tu frente adopta ahora un nuevo sentido, pues sirve para algo más que una necesidad egoísta. Es por eso que nuestros sabios nos dicen: "¡Grande es la caridad, porque acelera la redención!"

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
Para recibir MiSinaí por email o por whatsapp, contactar por teléfono al 2628 6770 o por mail: [email protected].

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