Israel

Itamar Ben Gvir: ¿De extremista a conciliador?

 

Uno de los principales símbolos de la preocupación en el seno de aquellos en la ciudadanía israelí que no votaron por el bloque Netanyahu en las elecciones del 1° de noviembre, es Itamar Ben Gvir, jefe de “Otzmá Iehudít” (Poderío judío), una de las tres facciones que compone el partido “El Sionismo Religioso” que ganó más del 10% de los escaños en la nueva Kneset. Es ampliamente percibido como extremista y provocador,

En una carta que publicó este lunes en el periódico “Israel Hayom”, titulada “A mis hermanos de la izquierda, no se les terminó el país”, escrita sin apología pero con tono conciliador, intenta calmar los ánimos. 

¿Cambia Ben Gvir o es la súbita responsabilidad de gobierno la que le hace entender que hay que hablar de otra forma? ¿Se le juzga ahora por lo que fue de joven? El sostiene que ha cambiado. El tiempo dirá.

Pues antes de la carta,  los antecedentes.

Peligroso

Este abogado de 46 años, fue identificado desde su juventud como un extremista de ultraderecha, en su momento seguidor del rabino Meir Kahana, cuyo partido Kach (se pronuncia Kaj) fue proscripto por sus proclamas racistas anti-árabes. Durante años tuvo colgada en el salón de su casa en Kiryat Arba una foto del Dr. Baruj Goldstein que el 24 de febrero de 1994 mató a 29 palestinos musulmanes mientras oraban en la Tumba de los Patriarcas (la mezquita Ibrahimíe, según la terminología musulmana) en Hebron. La retiró hace pocos años, al decidir participar en política.

Ben Gvir no fue reclutado al servicio militar obligatorio en Israel, debido a lo revoltoso que era, a la cantidad de incidentes violentos en los que había participado, por varios de los cuales fue detenido y hallado culpable en juicio.

No nos consta que haya sido responsable nunca de la muerte de nadie, pero su discurso duro contra los árabes, lo pintó siempre como provocador y como un extremista peligroso. En realidad, no sólo su discurso sino su actitud en general. Suele hacerse presente en escenarios de atentados y conflictos, sosteniendo que la población judía no debe sentirse amedrentada ante los árabes , habla en tono desafiante y marca presencia de modo que es percibido como un provocador.

El siempre destacó-y lo hace muy especialmente en los últimos tiempos-que nunca llamó a matar árabes por ser tales sino que un árabe que ataca a un israelí debe saber que no sale vivo del atentado.

En febrero del 2019 declaró que aquellos ciudadanos árabes de Israel que no son leales al país “deben ser expulsados”. Aunque recalca repetidamente que no tiene problema ninguno con los ciudadanos árabes que viven en paz y respetan la ley, su énfasis en la necesidad que “quede claro que somos los dueños del país”, irradia un tono duro que muchos critican.

Debido a la problemática de la violencia, anunció que exigirá cambiar los reglamentos de acuerdo a los cuales la Policía puede abrir fuego, de modo que también se pueda disparar a matar a quien lanza piedras, afirmando que está claro que también las piedras matan.

Combinando el flagelo del terrorismo con la creciente problemática de la criminalidad en la sociedad árabe, especialmente en el sector beduino (más que nada en el sur de Israel), Ben Gvir fue a las elecciones destacando ante todo el problema de la falta de “meshilút” (gobernabilidad) del Estado en todo el territorio, con lo cual muchos ciudadanos podían identificarse, no necesariamente gente de derecha. Los cruentos sucesos de mayo del 2021, en los que ciudadanos árabes protagonizaron numerosos ataques violentos contra judíos, especialmente en ciudades mixtas pero no sólo allí, fueron un catalizador clave en este planteamiento.  Es sabido que la gran mayoría de los participantes en dichos disturbios eran árabes involucrados en bandas criminales,  y toda esta combinación agudizó en la gente la sensación de inseguridad.

Con esto de fondo y haciendo caso omiso del hecho que todos estos problemas se originaron en los 12 años de gobiernos de Biniamin Netanyahu,  Ben Gvir fue a las elecciones presentándose como quien logrará cambiar la situación imponiendo mano dura. Su mensaje caló hondo y el partido “El Sionismo Religioso”-del cual “Otzmá Iehudít” (Poderío Judío) de Ben Gvir es una de las facciones claves- logró obtener 14 de los 120 escaños de la Kneset.

Especialmente simbólico fue estos días el hecho que justamente al conmemorarse un nuevo aniversario del asesinato del Primer Ministro Itzjak Rabin, Ben Gvir esté celebrando su victoria. En aquellos años de protestas contra el proceso de Oslo, Ben Gvir quedó grabado en la memoria nacional al aparecer en televisión mostrando el escudo del Cadillac de Rabin que había arrancado, diciendo “así como llegamos a su coche, llegaremos a él”.

 

 La carta a la izquierda

Antes de entrar en el contenido de la carta, no estaría de más aclarar que hace ya muchos años, debido a la norma implantada por Netanyahu, se llama a todo aquel que no apoya a su bloque, de “izquierda”, aunque incluye a mucha gente de centro y distintos matices, que no se incluiría en ese concepto. El problema principal es que él acuñó el uso del término casi como sinónimo de enemigo del país y del pueblo judío.

Aquí, Ben Gvir, que aspira a ser Ministro de Seguridad Interna,  lo usa de otra forma.

Aquí, un amplio resumen de la carta.

 

A mis amigos de la izquierda…¡Somos hermanos!

Sí, a pesar de las discrepancias, a pesar de cuatro campañas electorales que han conducido a un diálogo polarizado y a destacar lo diferente y lo que separa, a pesar de la demonización y el odio, a pesar de todo esto, somos hermanos.

No se les terminó el país. Ustedes y nosotros estamos juntos. Este es nuestro país y no tenemos ninguna intención de cambiar este hecho.

Oigo sobre el temor de una “imposición religiosa”. Y yo me pregunto ¿a quién impondré? ¿A mi hermano Shai que no lleva kipá? ¿O a Tzvika Fogel y Almog Cohen, candidatos “seculares” que insistí traer a “Otzmá Iehudít”?

 

(…)

Lo que más me entristeció fue oir que un periodista preguntó si cuando yo esté en un cargo influyente, no se montará guardia para proteger a la marcha gay. ¿Están hablando en serio? ¿Acaso voy a querer que alguien cometa un asesinato abominable de una jovencita que va a la marcha? Claro que no. Y aunque yo no vea con entusiasmo esta marcha, me encargaré de que se proteja con celo la vida de todos los participantes.

 

Oigo a todos los que me recuerdan el escudo del coche del Primer Ministro Itzjak Rabin (hace 27 años) y el cuadro de Baruj Goldstein. Pero les recuerdo el camino que he recorrido desde entonces y el cambio que he tenido. Maduré, me he moderado y entendí que la vida es más compleja.

 

Hoy no generalizo respecto a todos los árabes.

Hoy no veo a toda la gente de izquierda como un bloque. Claro, clarísimo, que distingo entre Ofer Kasif (A.J: diputado judío en la Lista Conjunta mayormente árabe) y la izquierda sionista que ama a Israel.

 

¡No se equivoquen! Haremos que se establezca un gobierno de derecha nacional, un gobierno que devuelva la seguridad personal a las calles, la gobernabilidad al Negev y la Galilea, que permita erguir la cabeza y no baje ni la cabeza ni el caño del arma ante amenazas que vienen a destruirnos.

 

No me disculpo por quien soy.

Pero creo que si me conocen, cambiarán vuestras posiiones respecto a mi persona y mis posturas. Demasiado tiempo y en demasiados sitios, demasiados israelíes han estado temiendo a enemigos de afuera y de adentro. Se terminó.

 

La realidad en la que judíos huyen de bandas de participantes en disturbios violentos en el corazón de Jerusalem, es una realidad diaspórica derrotista. No puede ser que madres en Beer Sheba teman por sus hijas adolescentes  cuando salen al centro comercial o a la calle. Que un soldado de vacaciones en Acre tenga que quitarse el uniforme para caminar hacia su casa.  La nación del start-up y la tecnología cibernética ha perdido  su capacidad de enfrentarse a todos estos fenómenos en su propia casa. Huir, agacharse y disculparse se han convertido en norma. Sobre eso fueron las elecciones y por eso las ganamos .

 

Los ciudadanos árabes tienen derecho a recibir protección

La identidad judía de todos nosotros no es sectorial ni política. Es la base de nuestra existencia, el aire que respiramos. En la diáspora sufrimos persecuciones y nos unimos. Y justamente aquí , en el Estado que construimos, hay un retroceso en nuestro corazón latiente, nuestro corazón judío.  No podemos volver a unirnos mediante imposiciones.  De esa forma, el intento está destinado al fracaso. Pero sí podemos volver a conocernos, a refrescar la memoria, a acercar nuestros corazones y nuestro legado.

Muchos de ustedes sienten frustración, algo que a menudo conduce al temor que a veces se manifiesta en odio. Pero esas son sensaciones originadas en el distanciamiento, en la falta de conocimiento.

 

Si nos permiten acercarnos, si escuchan lo que decimos, descubrirán que somos hermanos. Verán que sobre el 90% de las cosas, concordamos. Que el mensaje con el que hemos venido y las acciones que promoveremos, son tanto para nosotros como para ustedes, en la misma medida.

El hacha levantada sobra una madre en Haifa o el cuchillo empuñado contra un joven en Ashkelon, no tienen consideraciones electorales. Tampoco la seguridad nacional, que tanto precisamos, está destinada a proteger a nadie en forma sectorial o de acuerdo a una afiliación política.Nuestra seguridad nacional la precisamos todos:  en los kibutzim de la izquierda y en las localidades de la periferia, en el Bulevar Rotschild en Tel Aviv y en el Bulevar Rager en Beer Sheba. La gobernabilidad que  hemos perdido en el Negev y la Galilea, debemos recuperarla para todos: para quienes votaron por El Sionismo Religioso –Otzmá Iehudít, y para los votantes de Avodá y Meretz.

Y sí, también los ciudadanos árabes tienen derecho a protección, a sentirse seguros. El problema de la delincuencia en la sociedad árabe se ha intensificado y se ha convertido en un peligro inmediato. No se debe en absoluto aceptar la espantosa realidad diaria en la que inocentes son asesinados a la luz del día o en la oscuridad, sin que ello sea tratado como parte del orden del día público y sin que brindemos protección y seguridad también a los ciudadanos árabes de Israel. 

Hay que decir la verdad, aunque duela : la apatía e indiferencia que el Estado muestra ante la epidemia de asesinatos y crímenes en la sociedad árabe, es inmoral, inaceptable, y perjudicial para todos nosotros.

 

En los próximos días, con la ayuda de D´s, se establecerá un gobierno nacional. Habrá muchas discrepancias. Hay muchas cosas aún por las que pelear. El 10% que nos separa puede llenar noticieros y suplementos de la prensa . Pero no hay que temer ni que odiar. Somos hermanos.

 

                                                                                            ++++++++++++

 

Hasta aquí la carta pública de Itamar Ben Gvir.

Quisiéramos hacer tres comentarios rápidos respecto a su contenido.

 

  • La expresión "no se les terminó el país", no fue invento de Ben Gvir. Fue una forma en que algunos en el campo que perdió las elecciones expresaron preocupación por el significado que consideran tiene el resultado. Quienes hablan en esos términos temen que Israel pase de ser una sociedad liberal y democrática, a un marco demasiado conservador y cerrado. Esas expresiones, así como algunas que han circulado en las redes, de gente que dice que se irá de Israel "porque ahora no habrá aquí futuro", han sido condenadas por gente en el propio lado que no salió ganador. Personalmente, aunque claro que habrá de parte de algunos elementos en la nueva coalición iniciativas problemáticas, no creemos en absoluto que "se terminó el país".  Lo desarrollaremos por separado.
  • La situación de inseguridad que describe,es auténtica. En gran medida, consideramos que es resultado de problemas que los gobiernos de Netanyahu no atendieron suficientemente durante años. Cabe recordar que hasta hace algo menos un año y medio, era él quien estaba en el poder.
  • El Estado sí ha tomado por las astas el serio problema de la delincuencia en la sociedad árabe israelí. Justamente fueron los gobiernos de Naftali Bennett y Yair Lapid los que desarrollaron un programa para enfrentarse al flagelo, que no se vio aquí durante años. De más está decir que no se logran resultados mágicos en un abrir y cerrar de ojos. Y no depende solamente de las autoridades, sino de la propia sociedad árabe israelí.

. Esperamos que su carta, Ben Gvir  la haya escrito con el corazón  y con verdadera intención.

Como dijimos al comienzo: el tiempo dirá.

Ana Jerozolimski
(08 Noviembre 2022 , 08:45)

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