Cultura

Esta semana, dos obras del galardonado actor Iván Solarich, en Israel

Fotos de Y El Mar se abrió, Rasia Friedler

Foto: Pedro Bonilla

 

 

Iván Solarich, que hace pocos años recibió el prestigioso premio Florencio por su actuación en su obra  unipersonal“No hay flores en Estambul”-que escribió y en la que actuó-, tiene mucho para compartir. Lleva consigo, en su desempeño y su corazón, varias responsabilidades a la vez.  A su primera visita a Israel llegó en su calidad de Director del Festival de Artes Escénicas de Uruguay, y ahora vuelve, esta vez a Raanana, con dos presentaciones: “El Mar se abrió” , estrenada hace muy poco en Montevideo, y aquella renombrada y ya famosa “No hay flores en Estambul”.

Vale la pena conocerlo, verlo, y ahora, leer sus declaraciones.

 

P: Iván, muchos años después de tu primera visita a Israel como Director del Festival de Artes Escénicas en Uruguay, estás llegando próximamente nuevamente y creo que eso significa que los uruguayos-y otros hispano parlantes residentes en Israel- tenemos motivos para festejar. Es que presentarás en Raanana dos obras: tu premiada unipersonal “No hay flores en Estambul”, por la que recibiste hace 4 años el prestigioso “Florencio”, y “Y el mar se abrió”, algo muy distinto y muy nuevo, que se estrenó hace poco en Uruguay. Pero antes de entrar en detalles sobre estas dos obras, contanos por favor con qué espíritu venís….es que me consta que además de parte de tu familia, o sea tu compañera Denise y tu hijo chico Franco, traés una valija llena de recuerdos y emociones.

R: Efectivamente Ana, como decís, espíritu y familia incluída, más recuerdos y emociones. Cuando hace 10 años estuve en Tel Aviv y Jerusalem, descubrí un país joven e interesante, con identidad. En este regreso vengo con mi espíritu, el de siempre: aprender, vivir, permitir que Israel, con su sociedad, su gente, se metan más en mi, que yo ir impulsiva y ansiosamente a saber de ella. Disfrutarla además con parte fundamental de mi familia, compartiendo las vivencias, y por supuesto con toda la expectativa que me genera el vínculo que podemos lograr para con las obras. 

P: Si bien aún no he visto ninguna de las dos obras, he leído sobre ellas y está claro que son dos cosas muy distintas, no sólo porque la primera es tu gran unipersonal que ya lleva años, sino porque en la otra sos el director. Además, claro, son temas muy distintos. Empecemos por “No hay flores en Estambul”. ¿Qué me podés contar al respecto?

R: “No hay flores en Estambul” es mi último texto, lo quiero entrañablemente, y además me gusta mucho hacerlo. Soy en esencia un actor que se escribe para sí mismo. Es mi cuarta autoficción y tiene como eje el temprano vínculo que tuve con la muy aclamada película “Expreso de medianoche” estrenada en 1978. En el correr de estas cuatro décadas que nos separan desde su estreno, mi relación con la misma fue variando por vicisitudes todas que aparecen insertas en la propia obra. La obra la estrené en el Festival de La Habana a fines de 2017 y ha tenido un muy interesante recorrido fuera y dentro de Uruguay, y creo que todavía tiene vida para rato. La justicia y la ética como valores, estimo tienen mucho todavía para aportar a nuestra civilización. Y de eso trata, entre otras tantas cosas.

P: ¿Es una experiencia muy especial actuar dirigido por tu hijo Mariano?

R: Sin duda, no es lo frecuente, es bastante excepcional la situación. Mariano -que ahora tiene 30-, es un chico muy talentoso que nació prácticamente en el teatro y que desde sus 14 años hace carnaval de forma ininterrumpida. Yo tenía un par de hojas escritas y ahí me dijo… “Papá, te quiero dirigir.” Accedí muy confiada y gustosamente. Creo que no me equivoqué. Le aportó temáticamente mucho a la escritura (realizada básicamente sobre la escena misma y en base a improvisaciones), y a nivel de concepción realizó un trabajo muy certero y austero. La verdad que nos fue sencillo llegar al final y con muchísimos acuerdos. Siempre le digo que volvería a trabajar con él.

 

P: Ese es el resumen principal sin duda. ¿Y “El Mar se abrió”? ¿Cómo llegaste a eso? Según escribió Rasia Friedler sobre la obra, una nota que como recordarás ya he publicado, el libreto surgió de las historias de vida de miembros de la colectividad judía uruguaya, que también son los actores.

R: Tal cual. La mirada de Rasia creo que fue muy certera y elevada. Mi intención fue siempre en el propio proceso de aprendizaje -pues se trataba de un taller de actuación-, fuéramos sentando las bases de un espectáculo que conjugara la vida de sus integrantes (todos integrantes de la colectividad), pero insertas en el riquísimo muestrario de tradiciones, canciones, historias, lenguas, sentires y rescilencias del pueblo judío. Quedamos muy conformes al lugar que arribamos, y tenemos la sensación que el espectáculo integra equilibradamente lo personal y lo colectivo, y además lo emocional y lo jocoso, que creo son parte indisoluble del “ser judío”.

P: Se suele decir que los uruguayos bajamos todos de los barcos…en referencia a nuestros mayores, claro está, llegados antes o después de otros lares. ¿Qué te significó conocer las historias de inmigración de los actores a los que dirigiste?

R: Muchas de las historias me resultan impactantes, por supuesto, pero no me asombraron por la “novedad”. Mis abuelos -eslavos- también bajaron huyendo de la 1ra guerra mundial, metidos en los sótanos de los buques cargueros junto al ganado, y con un bolsito como toda compañía. Lo hicieron en Montevideo sin saber siquiera dónde estaban y sin idea alguna de la lengua. Hace mucho que siento como Terencio que “nada de lo humano me es ajeno”, y en ese sentido los relatos bellos pero muy especialmente los muy duros de mis compañeros, no han hecho más que acrecentar mi conciencia frente al Horror, y por tanto hacerme sentir más judio que nunca.

 

P: Qué concepto fuerte y emocionante Iván…Mencioné antes a Denise, con quien compartís tu vida. Y creo que es oportuno señalar que es judía. Imagino que eso también debe haber influido o te debe haber aportado al acercamiento al tema ¿verdad?

R: Sin duda ninguna que estos casi seis años de compartir con ella y su familia -que hoy es la mía-, y el haber ayudado a engendrar a Franco, que es un eslavo judío como me gusta decir, me han facilitado y allanado el camino en una dirección sensible del conocimiento. El hablar con mi suegro Daniel, sus amigos, escuchar historias de vida densas, complejas, con mil avatares, me fueron inspirando. Y luego el encuentro con las actrices y actores que fueron abriendo sus corazones para legar trozos de vida que nos espejan y nos motivan a seguir pensando que la vida tiene enormes razones para ser vivida.

 

P: Una pregunta “técnica”. Para “Y el mar se abrió” ¿llegan los actores mismos? Todo un emprendimiento si es así.

R: Casi una locura, digamos. Antes de estrenarla en diciembre en Montevideo, casi en chiste les comenté… “de acá a Tel Aviv no paramos”. Y… todo empezó con un lindo intercambio con el Embajador Greiver, luego con la vice Cónsul Ifigenia, casi enseguida con Miguel Yakobi y Pentagrama Producciones, contigo Ana, y ahora estamos casi llegando. En el montaje original participan 9 actores, pero por diversas razones, incluída alguna de salud también, tendremos a 6 de ellos. Pero hemos trabajado para suplirlos e incluso incorporado algún material nuevo, para que sobre todo el espíritu de “Y el mar se abrió” quede vivo en Raanana.

 

(Apretando aqui, se puede leer la nota sobre el estreno de "Y el mar se abrió", recientemente, en Montevideo)

P:Impresionante, ya estoy ansiosa por verla. Como bien me contaste, algunos de los actores en “Y el mar se abrió” no son pibes sino personas de 80 años o más. Hasta los 120 a todos, con salud y energías. ¿Qué lección te parece que da quien a esa edad sigue empujando hacia adelante, subiendo al escenario? 

R: Es una de mis enormes alegrías del trabajo con este equipo. Una lección de vida, de optimismo, de creación. La luz y alegría que irradian (y hablamos de los mayores) es tan potente, que tengo la sensación que cada función les agrega años de vida. Es muy edificante observar como alguien que sobrepasa los 80 años puede “vivir” el aprendizaje como un devenir que no se interrumpe. Me dan ganas de decir, que más que el triunfo del arte (que lo es), es el triunfo de la vida.

 

P: Iván, estoy segura que hay puntos que se me pasó de plantear y que amerita que sean mencionados. Sentite libre por favor de agregar lo que consideres.

R: Todo impecable Ana. Creo que nada es necesario.

 

P: Para terminar…¿cuál es tu exhortación al público hispano-parlante israelí, muy especialmente a nuestros compatriotas? ¿Por qué les vale la pena ir a estas obras?

R: Porque creo que las van a disfrutar. Porque creo que sin el arte y la cultura, la vida tiene poco sentido. Y porque en ese pacto ficcional que supone el teatro cuando está bien realizado y con la verdad a flor de piel, el teatro nos entretiene, nos hace reflexionar, y sobre todo nos humaniza. Y en eso estamos los artistas y tanta gente de buena voluntad. en que la Humanidad pueda ser un poco más humana.

Gracias Ana como siempre. 

P: Abrazo enorme querido, nos vemos pronto.

R: Muy pronto por suerte.

Ana Jerozolimski
(13 Febrero 2023 , 05:50)

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