Mundo Judío

MiSinai

Aún No - Compromiso Incondicional - La Fortuna Inesperada - Parashá Shekalim

 

 

No. 192

Mishpatim
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Horario de velas en Montevideo, Viernes  17/2 19.18 hs.

Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

AÚN NO

Por Yossy Goldman

Todos saben que "Roma no se construyó en un día". No hay edificio en el mundo donde el constructor no haya explicado su retraso usando esta frase hecha. ¿Pero usted sabía que Jerusalén tampoco fue construida un día? Ni tampoco la Tierra de Israel.

En la lectura de la Torá de esta semana, D-os le dice al pueblo Judío que no van a heredar la tierra de Canaan inmediatamente. Será para su beneficio que la conquista de la Tierra Prometida será gradual y calculada. El establecerse exitosamente en la tierra llevará tiempo y se les previno de antemano que sean pacientes:

"No los eliminaré de tu presencia en un año, para evitar que la tierra quede desolada y las fieras salvajes te sobrepasen. Poco a poco iré expulsándolos de tu presencia, hasta que seas numeroso y puedas heredar la tierra." (Shemot 23:29-30)

Las sensaciones de una noche frecuentemente son sólo eso. No necesariamente perduran. Lenta y continuamente, paso a paso, el enfoque gradual usualmente goza de larga vida y éxito perdurable.

 

Cada judío tiene su parte en la Tierra Prometida; no solo geográficamente sino también espiritualmente. Hay un pedazo de Jerusalén dentro de cada uno de nosotros. Todos tenemos capacidad para la santidad y la espiritualidad. Pero a veces podemos ser desalentados de comenzar el camino hacia nuestra tierra prometida personal. El camino parece muy largo y arduo. Aquí D-os nos está dando sabias palabras de aliento. No esperes milagros instantáneos. No digas "¡Tengo todo un país que conquistar! ¿Cómo voy a hacerlo?". Sino di, "¿Dónde empezaré hoy?". No mires al final del camino; mira los primeros pasos que debes dar ahora. Mañana darás más pasos y pasado otros más, y en un tiempo toda la tierra será tuya.

Si le preguntas a un empresario optimista que recién empezó su primer aventura comercial "¿eres millonario?" él no va a decir "no". Más probablemente diría "Aún no, ¡estoy trabajando en eso!". Debería ser igual en nuestro camino dentro del Judaísmo.

Franz Rosenzweig (1886-1929), fue un filósofo Judío-Alemán que en su juventud consideró apartarse completamente del Judaísmo. Pero su inclinación intelectual lo obligó a hacer primero un examen apropiado del Judaísmo. Así que fue a una sinagoga y sucedió que experimentó una transformación espiritual. Se convirtió en un serio estudiante del Judaísmo.

Se dice que una vez que a Rosenzweig le preguntaron si se ponía tefilín su respuesta fue "aún no". No "no", sino "aún no", y hay una diferencia crítica entre ambas respuestas. "No" implica que no lo estoy haciendo ahora ni tengo planes para hacerlo en el futuro. "Aún no" significa que aunque ahora no esté allí, aún estoy abierto a la sugerencia. Con esperanza, pronto vendrá el momento en el que estaré pronto para hacer de los tefilín una parte diaria de mi observancia.

El enfoque del "aún no" es bueno. Nadie lo hace todo en un día. Todos tenemos espacio para crecer. Todos deberíamos aspirar a más. Si no hacemos una buena acción en particular en este momento, no hay razón por la que no la podamos empezar a hacer en un futuro próximo. Nunca dejémonos desalentar por el largo camino. Demos los primeros pasos y sigamos avanzando. Puede ser lento, pero mientras mantengamos un crecimiento sostenido llegaremos al destino.

Así que si alguien le pregunta: "¿te pones tefilín?" o "¿comes kosher?" o "¿cuidas Shabat?" y usted no lo hace, por favor no le diga "no". Dígale "aún no".

 

COMPROMISO INCONDICIONAL

[El pueblo] respondió “Haremos y aprenderemos todo lo que D-os ha hablado.” (Shemot 24:7)

Al decir “haremos” antes de “aprenderemos”, el pueblo judío declaró que estaba preparado para cumplir la voluntad de D-os incondicionalmente, aceptando Sus mandamientos incluso antes de saber de qué se trataban. Es aún bajo la condición de este compromiso que D-os continúa “dándonos la Torá” hoy, es decir, revelándose a Sí mismo y Su voluntad a nosotros mientras estudiamos la Torá y cumplimos con sus mandamientos.

El pensamiento convencional puede considerar irracional comprometerse a un contrato antes de que se establezcan los términos del mismo. Y de hecho podemos conectarnos a D-os como Él se revela a Sí mismo dentro de la creación sin primero comprometernos a hacer cualquier cosa que Él quiera. Pero la única forma de conectarnos con D-os Mismo - es decir, tal como está, más allá de la creación y la racionalidad - es elevándonos de la misma forma por encima de los límites de la racionalidad. Por lo tanto, hoy en día, tal como cuando la Torá fue dada por primera vez, la forma de conectarnos con D-os Mismo es comprometiéndonos para con Su Torá de una manera incondicional.

Likutei Sijot, vol. 23, pág. 92 ff; Sijot Kódesh 5739, vol. 3, págs. 295-297; Igrot Kódesh, vol.7, pág. 28; Hitvaaduiot 5748, vol. 3, págs. 234-235; Sijot Kódesh 5741, vol. 4, págs. 31-32.

 

Éxodo (Shemot)  21:1 – 24:18

Luego de dar la Torá al pueblo judío, D-os le dijo a Moisés que ascienda nuevamente al Monte Sinaí, esta vez por 40 días, para enseñarle los detalles de las leyes de la Torá. La sexta sección del Libro de Éxodo es principalmente una selección de leyes (Mishpatim en Hebreo) que D-os le enseñó a Moisés mientras estaba en el Monte Sinaí. Luego la narrativa regresa a su relato de la entrega de la Torá. Esta vez, se enfoca en el pacto que D-os forjó entre Sí mismo y el pueblo judío al entregarles la Torá. 

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LA FORTUNA INESPERADA

Por Eljanan Isaacs

En la ciudad de Nikopol, en el norte de Bulgaria, vivía un gran estudioso de la Torá llamado Rabí Iosef. Él amaba aprender, pero no quería depender de fondos públicos para vivir. Entonces, se asoció con un conocido y juntos pusieron un negocio.

La agenda de Rabí Iosef siempre estaba completa. Estudiaba la Torá hasta tarde en la noche, se levantaba temprano para rezar e ir luego al salón de estudios. Sólo durante las tardes comenzaba a preocuparse por su negocio e iba a la tienda. El socio, que atendía la tienda desde temprano en la mañana, criticaba a Rabí Iosef por llegar a durante la tarde. Rabí Iosef siempre se quedaba callado y pensaba para sí: “¿Qué puedo hacer yo si mi amor por la Torá es tan fuerte?”.

Un día, en el salón de estudios, surgió una pregunta complicada, y a continuación se dio una profunda discusión. El tiempo pasó rápido, y Rabí Iosef llegó a la tienda muy entrada la tarde. Se encontró con que su socio, furioso, le gritaba: “¡Me cansé! No me queda otra opción que disolver nuestra sociedad. ¡No es justo que yo cargue con casi todo y luego dividamos las ganancias en partes iguales! O empiezas a hacerte cargo de lo que te corresponde o tomamos caminos separados”.

Rabí Iosef le pidió un día a su socio para discutir el asunto con su esposa. En casa, Rabí Iosef le dijo a su esposa lo que había pasado y le pidió su opinión. “No reduzcas ni un poco tu estudio de la Torá. Si tu socio desea cerrarte una puerta, sé que D-os abrirá la entrada a la salvación y llegarán a tu camino nuevas oportunidades”.

Animado por las palabras de su esposa, Rabí Iosef regresó al día siguiente al negocio y le dijo a su socio que estaba de acuerdo en que separaran sus caminos. Calcularon el valor de las mercancías, y luego de recibir cada uno su parte, se fueron en buenos términos.

“No es inteligente dejar el dinero en la casa, sin que genere ningún ingreso”, dijo la esposa de Rabí Iosef. “Ve al mercado y haz algún negocio, y quizás encuentres una manera de mantenernos”. Rabí Iosef hizo lo que le sugirió su esposa y salió de la casa. De camino al mercado, su mente lo llevó a un pensamiento de la Torá y terminó en la sala de estudios, donde estuvo hasta el atardecer.

De regreso en casa, se sintió incómodo bajo la mirada inquisidora de su esposa. “Aún no he encontrado nada”. Y continuó en un tono calmo: “Mañana iré al mercado a hacer negocios, y D-os proveerá”.

 

Al día siguiente Rabí Iosef se propuso ir al mercado y buscó algo de mercadería para revender. Un hombre alto encaró a Rabí Iosef y le ofreció una gran vasija para mezclar vino. Rabí Iosef tomó el dinero que tenía y compró la vasija sin hacer demasiadas preguntas y sin tener un plan de negocio.

Cuando Rabí Iosef llevó a casa la “ganga” que había adquirido, su esposa preguntó: “¿Qué se supone que hagamos con esta vasija?”. Rabí Iosef no estaba preocupado. Confiaba en que como había ido al mercado y había hecho su parte para conseguir algo de sustento, seguro D-os haría el resto. Con ese pensamiento, se apresuró hacia la sala de estudios.

Esa noche Rabí Iosef tuvo un sueño. Vio al hombre alto al que había conocido en el mercado, quien le explicó: “Tu buena fortuna ha estado esperando durante mucho tiempo. Como te está destinada sólo a ti, no podía ser compartida con un socio. Ahora que tu sociedad está disuelta, puedes recibir la enorme recompensa que ha venido hasta ti. La vasija que compraste es de oro puro. Debes averiguar su valor real para poder venderla al precio correcto. Una vez que la hayas vendido, viaja a la Tierra Santa e instálate en la ciudad de Tzfat”.

Cuando Rabí Iosef se despertó, le contó el sueño a su esposa. Esa mañana, mientras rezaba y estudiaba en la sinagoga, su esposa llamó a un orfebre de confianza para que valuara la vasija. Luego de sacarle el polvo y examinarla, el orfebre concluyó que era, en efecto, de oro puro.

Pronto Rabí Iosef vendió la vasija, y él y su esposa partieron hacia Israel. Fieles al sueño, se instalaron en la ciudad sagrada de Tzfat. El dinero que tenían era suficiente para mantenerlos durante muchos años, juntos y felices.

Sin embargo, la mayor alegría de Rabí Iosef fue que esta fortuna le permitió publicar sus dos grandes obras, que luego se hicieron conocidas como el Beit Iosef y el Shulján Aruj. El Rabí Iosef de nuestra historia no es otro que el gran Rabí Iosef Caro.

 

PARASHÁ SHEKALIM

Cuando el Santo Templo estaba en Jerusalén, cada judío contribuía con medio shekel anual para el Templo.

Los fondos recaudados eran usados en un principio para adquirir ganado para los sacrificios comunales. El dinero sobrante era usado para varios propósitos comunales, incluyendo proveer los salarios de los jueces y el mantenimiento del Templo, sus utensilios y las murallas de la ciudad.

Este impuesto anual, conocido como el Majatzit Hashekel debía entregarse el 1 de Nisan. Un mes antes, el 1 de Adar, los tribunales comenzaban a enviar recordatorios sobre esta obligación bíblica. En conmemoración, la lectura de la Torá del Shabat que cae en o antes de Adar es complementada con los versículos (Éxodo 30:11-16) que relatan el mandamiento de D-os a Moisés con respecto a la primera entrega del medio shekel.

La haftará de Shekalim (II Reyes 11:17-12:17) continúa con el mismo tema, discutiendo los esfuerzos del Rey Jehoash (siglo 9 AEC) para destinar fondos para el mantenimiento del primer Templo Santo.

(Nosotros también damos un medio shekel conmemorativo para caridad —en el Ayuno de Ester).

"Parashat Shekalim" es la primera de las cuatro lecturas especiales agregadas durante o inmediatamente antes del mes de Adar (las otras tres son Zajor, Pará y HaJodesh).

La lectura de Shekalim también está relacionada con la próxima festividad de Purim. De acuerdo con el Talmud, el decreto de Haman fue evitado en mérito a la mitzvá de majatzit hashekel.

 

iSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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