Tras días de intensos rumores que circularon por las redes sociales en Israel en relación a “un serio incidente de seguridad”-lo cual suele aumentar el nerviosismo y las especulaciones sobre los peores escenarios posibles- se publicó este miércoles 15 de marzo un comunicado oficial aclarando la situación.
La buena noticia es que un terrorista responsable de un ataque fue neutralizado antes de alcanzar a cometer otro que a juzgar por el las armas que llevaba consigo, tenía claramente planeado.
La mala noticia es que todo indica, según el comunicado del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, que el terrorista se infiltró a territorio israelí desde Líbano. Si bien aún no se lo puede asegurar en forma definitiva, cabe suponer que era miembro de la organización terorrista Hezbolá. Y logró adentrarse una distancia considerable de la frontera.
Todo comenzó el lunes de madrugada cuando a las 06.00 estalló una carga explosiva colocada cerca del cruce Megido en la carretera 65, una arteria clave que cruza parte del centro de Israel en dirección al norte. Un joven arabe israelí de 21 años, Sharaf A-Din de la aldea Kfar Salem, resultó gravemente herido. Si bien los médicos del hospital Rambam de Haifa dijeron a su padre, Taha, que no corre peligro de muerte, además de las heridas en las manos y las piernas tuvo muy serias lesiones en los ojos y puede que pierda la vista.
De inmediato comenzó la persecución tras el responsable del ataque. Fuerzas de seguridad colocaron bloqueos en carreteras estimando que el responsable todavía estaba por la zona.
Poco después lograron detectar el automóvil en el que el terrorista viajaba en dirección a la frontera, al parecer en la zona de Naharia. Fue neutralizado por los efectivos especiales.
Al revisar su cuerpo hallaron de inmediato que el individuo-cuya identidad aún no ha sido confirmada- llevaba un cinturón explosivo pronto para ser detonado, armas y municiones. Está claro pues que al frenarlo y darle muerte, frustraron a tiempo un atentado masivo de gran envergadura que podría haber cobrado la vida de numerosas personas.
En Israel no debe sorprender por cierto la posibilidad que Hezbolá realmente haya sido quien envió al terrorista, escenario que parece hoy el más probable. La gran pregunta es qué mensaje ello trae. Que Hezbola odia a Israel y quisiera cometer continuamente ataques que cobren la vida de israelíes, no es secreto para nadie. Pero esta organización terrorista tiene claro sin duda que enviar a uno de sus hombres tierra adentro a Israel e inclusive con elementos para cometer un atentado masivo en el que podrían haber matado a decenas de personas, equivale a cruzar una línea roja que difícilmente pueda quedar sin respuesta.
En el 2006, cuando Hezbolá atacó una patrulla que recorría la frontera del lado israelí, mató a dos soldados israelíes-secuestrando sus cuerpos hacia territorio libanés- y dejó a otros heridos, acompañando esa agresión con un ataque masivo de cohetes a todo el norte de Israel, desencadenó la así llamada “segunda guerra en Líbano”. Tiempo después, el jefe de Hezbola Hassan Nasrallah, reconoció que no había calculado la dimensión de la reacción de Israel.
Pero sí puede ser un indicio de que Hezbola se siente demasiado fuerte y seguro. No sería buena señal.
Por otra parte, si Israel logra confirmar en forma tajante que esto fue obra de Hezbola, si se abstiene de responder y de atacar blancos de la organización terrorista pro-iraní, estaría dañando seriamente su poder de disuasión. Es que claro está que Hezbola ataca si estima que se lo puede permitir porque percibe a Israel más débil de lo que realmente es.
Es indudable que Israel tiene un gran poderío militar. Pero lo que cuenta en estas situaciones es cómo decide reaccionar.
