Israel vive hoy nuevamente un día de manifestaciones y otros actos de protesta a nivel nacional. Por un lado, los organizadores y todos aquellos ciudadanos que salen a los cruces carreteros y los distintos escenarios de protesta, sostienen que es la única vía por la que democráticamente pueden presionar al gobierno. Por otro, hay también quejas de ciudadanos que por las manifestaciones tienen complicaciones para llegar al trabajo y realizar su actividad normal . Hay sin duda de fondo una situación compleja, pero no son muchos los caminos por los que se puede expresar la dura crítica al gobierno si no se sale a la calle.
En esta nota, compartimos algunos testimonios en español que hemos recabado en distintas manifestaciones.
El jueves pasado, en la avenida Derej Hashalom en Tel Aviv, nos encontramos con la joven uruguaya-israelí Daniela Gelber, de 29 años. Llegó a Israel en el 2007, de niña,vivió mucho tiempo en Jerusalem y ahora se está mudando a Givataim con Naamá, su pareja mujer con la que contrajo matrimonio legal en Uruguay, recibiendo el reconocimiento de la unión en Israel, que aprobó la partida apostillada.
Daniela trabaja en una empresa de alta tecnología que vende tecnologías de transporte público. Estudió Geografía y Planificación urbana.
Y este miércoles, en una manifestación singular sin precedentes bajo el título de “Abuelas por la democracia”, marcharon por Tel Aviv unas 1.500 mujeres asegurando que hay que luchar por el futuro de sus nietos. Se sumaron abuelos, hijos y nietos, pero el tono lo dieron estas mujeres, sobre las que escribiremos por separado.
Aquí compartimos dos testimonios en español. Primero, de Estela Finkelstein, nacida en Uruguay, y su amiga Perla Dracher, llegada de Argentina. La primera suele ir a muchas protestas y para Perla ésta fue la primera vez.
Entre los participantes encontramos también a la periodista Reina Ben Habib, ya retirada, y su esposo Gabriel, llegados hace décadas de Argentina. Este es su duro testimonio.
Numerosos latinoamericanos participan en las protestas e indudablemente numerosos están del otro lado, a favor de la reforma judicial, opuestos a la interpretación de la misma como perjuicio a la democracia. Lo que nos atrevemos a estimar es que a todos une la preocupación por la división actual en el pueblo.