Con Malka Piutercovksy
Malka Piutercovsky (60), es una docente israelí, religiosa, Licenciada en Estudios Judaicos y Master en Talmud, estudiosa de la Halajá y defensora de los derechos de la mujer, activa en diferentes ámbitos educativos de la sociedad israelí. En el 2015 fue elegida para encender una antorcha en el acto central de Iom Haatzmaut. Está casada, es madre de 5 hijos y abuela de 7 nietos. Vive en la localidad de Tekoa en Gush Etzion, zona de Judea, no lejos de Jerusalem, cuya población es una combinación de israelíes religiosos y seculares.
Conversamos con ella días atrás sobre varios temas referentes a su actividad pública y las posturas tajantes que ha adoptado y expresado abiertamente sobre el gobierno actual, así como sobre su conocida crítica al sector haredi por el tema de la exención del servicio militar obligatorio. El valor agregado de su análisis es que su punto de partida son, según explica, los valores de la Torá.
P: Malka, es un privilegio tener la oportunidad de conversar con usted, una mujer reconocida por su acción y por su valentía pública. Sé que no tendremos espacio para compartir toda su trayectoria. ¿Cómo puedo resumirla?
R: Siento que recibí un gran regalo de la vida ya que me dedico a las fuentes del Judaísmo, estudio y enseño desde hace muchos años Gmará y Halajá (ley religiosa judía) y aunque soy una mujer ortodoxa que no tiene ninguna posibilidad de ser ordenada como rabino, me dedico al tema de la Halajá en la práctica y participo en todo tipo de marcos que dan forma a la Halajá de nuestra generación. Me refiero tanto a instituciones dentro del mundo religioso halájico como a todo tipo de comisiones del Estado. Durante 3 años fui miembro de la comisión que determina qué se incluye en la canasta de remedios que el Estado debe pagar para los ciudadanos que los necesitan, y lo hice en mi calidad de representante pública de la Halajá. También en distintas comisiones del ejército.
P:Esa es una responsabilidad que se origina en la Fe…
R:Así es. Soy una persona sumamente creyente, vivo en un asentamiento, soy considerada de derecha y digo “considerada” ya que todas estas definiciones no me dicen nada. Pero a los efectos de esta conversación, sí podemos recurrir a ellas aunque no represento a nadie formalmente. Es que con algunas de mis ideas estoy segura que ninguna persona de derecha concordaría, pero no importa, yo digo solamente lo que considero correcto.
P: Hablemos entonces de uno de los temas complejos con los que se lidia hoy en Israel: la exención de los jóvenes ultraortodoxos , o sea del sector haredí, del servicio militar obligatorio. Usted se opone terminantemente a esa exención. Y no sólo desde el punto de vista ciudadano sino precisamente desde una mirada de una persona observante, respetuosa de la Torá.
R: El tema de la exención a los jóvenes del sector haredi es muy doloroso a mi modo de ver. Ante todo, considero que contradice profundamente la Halajá, los valores de la Torá y los valores del Estado de Israel. Nunca en la historia judía hubo una situación en la que el Estado financia a gente que no ha demostrado su capacidad de estudio. Esto comenzó con aquel encuentro famoso entre David Ben Gurion y el Jazón Ish, bendita sea su justa memoria, que solicitó exención del servicio militar de una cantidad muy clara y limitada de estudiantes considerados especialmente “jajamim”, estudiantes muy destacados, para que puedan crecer en el estudio de la Torá y sea posible volver a la grandeza anterior del mundo de las ieshivot, tras el horror de la Shoá en la que fueron asesinados tantos judíos. Esto derivó de la noción que si dedican tiempo también al servicio militar, se interrumpirá la continuidad de su estudio.
P: ¿Qué le pareció ese pedido?
R: Puedo entender sin problemas ese pedido del Jazón Ish, tratándose realmente de un grupo limitado y predeterminado. Salvando las distancias, el Estado también puede tener interés en el desarrollo de músicos destacados que hacen su servicio en ciertos marcos apropiados, en médicos que tienen un servicio especial y demás. Y claro que el estado judío debe actuar de modo que deje claro que el valor de fortalecer el estudio de la Torá le resulta muy importante. Pero entre eso y lo que está sucediendo hay una enorme diferencia.
P: Este tema siempre estuvo en discusión. Pero ahora, con la guerra que empezó con la masacre del 7 de octubre, el tema es que Israel necesita más soldados. Y que no sumarse al esfuerzo nacional, ya no es cuestión de igualdad ante la ley sino de una negativa a ser parte de un esfuerzo nacional hoy urgente ¿no?
R: Lamentablemente, desde la fundación del Estado de Israel no hemos sabido ni un año entero de descanso de hostigamiento de parte de nuestros enemigos. O sea que todos los operativos, los sacrificios, las guerras, fueron parte de una guerra continua, dura, sangrienta. Y yo considero que los primeros que tendrían que estar al frente de la lucha son quienes están comprometidos con la Torá y sus valores. Todas nuestras luchas son lo que se conoce como “guerra de mitzvá”, que es un precepto, una orden moral librar. Y como es sabido, nadie está exento de esas guerras. Nadie. Por lo tanto mi dolor es doble porque quien habla de la supremacía de la Torá debería ser el primero en participar en esta guerra de “mitzvá”, pero además porque el valor supremo es el de la solidaridad, ser garantes unos de otros. Es un valor del que Moisés no cesaba de hablar, del que nuestros profetas, en todas las generaciones, no dejaron de hablar, al igual que nuestros sabios en todos los tiempos. Por lo tanto, esperar que una parte entera de la sociedad esté exenta de este deber, es inaceptable.
Y yo no lo llamo “la igualdad en la repartición de la carga” como suele decirse, sino toma de responsabilidad conjunta. Esto contradice profundamente, esencialmente, los valores de la Torá. Recordemos que esto empezó con la exención de un pequeño número de muchachos dedicados al estudio de la Torá pero se convirtió en un fenómeno generalizado para un sector entero de la sociedad. Es algo que nunca pasó en la historia judía y que evidentemente no tenía que pasar ahora.
P: ¿Cómo llegamos a esto? Polìticamente, está claro que el cambio de aquellos 400 exentos de los primeros años del Estado, a una exención al por mayor, fue en los tiempos de Menajem Begin, que hizo coalición con los partidos ultraortodoxos. Pero me pregunta apunta a ellos mismos, al sector haredi. Antes iban al ejército…¿Qué pasó?
R: Hay que decir la verdad, que es muy triste. Y dado que estamos hablando de gente que explica sus posturas alegando que lo que quieren es estudiar la Torá, es doblemente triste. Es que aquí están diciendo una enorme mentira en nombre de la Torá. Estar dedicado al estudio de la Torá, lo que en hebreo se conoce con el término “Torató omanutó”- o sea que el tema principal al que uno se dedica es el estudio de la Torá- comienza con una dedicación infinita al estudio de la Torá, que va de la mano de la obligación de hacer lo necesario para el sustento. Esto está a años luz de lo que ocurre hoy en las ieshivot del sector haredí. Hay casos de hombres anotados en ieshivot que no pisan nunca y reciben respaldo de sus rabinos. Eso es inconcebible. Es pecaminoso e imperdonable. No puede ser que en nombre de la Torá este sector esquive tomar responsabilidad pública y más aún, que con ello avergüence abiertamente los valores de la Torá. La Gmará dice que “jilùl Hashem”, o sea profanar el nombre de D`s, es un pecado que no se puede enmendar hasta la muerte. Y un ejemplo de ello es cuando quien se presenta como respetuoso de la Torá no se comporta en forma digna sino de modo que merece seria reprobación.
P: Usted usa términos muy duros…
R: Es que me duele profundamente ver lo que considero Jilúl Hashém, la profanación del nombre de Dios, en el Estado de Israel. No lo digo con odio sino con un gran dolor. Yo se los diría personalmente a quienes llevan adelante esta línea y estaría dispuesta a ir a Din Torá, un juicio rabínico de acuerdo a los preceptos de la Torá, con cualquiera de ellos para demostrarlo sencilla y fácilmente. Lo lograría, no porque yo sea tan inteligente sino porque nuestras fuentes son clarísimas, y en ellas nos podemos basar para demostrar que su negativa a servir no corresponde ni con los valores de la Torá ni con la voluntad del Todopoderoso.
Nadie quiere destruir el mundo de las ieshivot y el estudio de la Torá
P: Hay en el sector haredí quienes dicen que se oponen al servicio militar porque este puede arruinar el mundo de las ieshivot, y alegan que la intención es precisamente esa. ¿Qué le parece?
R: No puedo aceptar bajo ningún concepto la noción que el sector haredi trata de fijar, que la intención de reclutar a sus jóvenes, como a los demás, constituya un deseo de destruir el mundo de las ieshivot. En absoluto. El mundo de las ieshivot puede existir para quienes realmente llevan esa carga y están incluidos en la categoría de “Torató Omanutó”, o sea que el estudio de la Torá es su profesión, el tema central al que se dedican en forma auténtica. También en el sector del sionismo religioso hay ieshivot en las que se estudia con dedicación y de las que emergen también entre quienes fueron al ejército, grandes figuras estudiosas de la Torá. Quisiera dar un ejemplo especialmente destacado de alguien de quien yo me considero discípula, aunque lamentablemente no lo conocí personalmente ya que falleció antes de nacer yo. Me refiero al Profesor Gdalia Alon, un gran estudiante de la Torá ya en Slovodka. Cuando tenía 12 años ya se decía que era un sabio de la Torá. Ya en la tierra de Israel estudió en la ieshivá de Hebron, al mismo tiempo hizo estudios académicos y se graduó, y en los disturbios de 1936 se sumó a las fuerzas que defendían a la población judía, combatió en la guerra de independencia y en ningún momento pensó que su gran dedicación al estudio lo exime de tomar también la responsabilidad pública en pro de su pueblo residente en Sion cuando aún no había un Israel independiente. Trágicamente, el Profesor Gdalia Alon falleció en forma repentina en los años 50 pero su figura y la de muchos otros rabinos que participaron activamente en esta responsabilidad y al mismo tiempo fueron “Gdolím baTorá”, grandes sabios en la Torá, siguen siendo un ejemplo. Todos ellos demuestran que hay que apoyar a las ieshivot que llevan adelante un maravilloso esfuerzo de estudio de la Torá junto con la toma de responsabilidad pública , ni que hablar cuando estamos inmersos en una guerra de mitzvá, o sea una guerra que es una obligación moral llevar adelante y ganar.
P: ¿No hay ninguna lógica en el temor que ir al ejército arruine o quite fuerza al mundo de las ieshivot?
R: No puedo entender para nada el temor de los haredim que el mundo de las ieshivot se vea dañado si hacen el servicio militar. Ha llegado el momento de decir la verdad. La sociedad haredi no quiere el reclutamiento no por temor por las ieshivot ni por el estudio de la Torá, sino por temor de los rabinos de perder su control estricto de la situación, a que los muchachos abran los ojos , empiecen a plantear preguntas, por temor al encuentro con otros judíos que no están menos comprometidos con la Torá y sus valores pero se desempeñan en cargos de responsabilidad. Le temen a todo eso. Y una de las pruebas es que cuando fue la pandemia, llevó tiempo convencer al sector haredí que tienen que mandar a los estudiantes de las ieshivot a sus casas por el peligro inmediato y concreto de contagio masivo. Lo que yo sepa es que “pikùaj néfesh”, o sea la salvación de la vida, posterga cualquier otra cosa. Pero los rabinos temían que estando en casa, fuera del estudio en las ieshivot, abran los ojos, que estén dando vueltas por las calles, que estén en internet.
La Torá que no puede pararse frente a los desafíos de la realidad, no es Torá. Nuestra Torá es una Torá de vida y debe permitirnos lidiar en forma madura, seria, responsable, con todos los desafíos que nos presenta la vida, incluyendo los de los medios de comunicación modernos y otros desafíos espirituales. Quien construye una sociedad confiando en que la Torá permanecerá cerrada en forma hermética sin encontrarse con la realidad, no está propulsando una Torá de vida.
(Continuará)