¡No Mueva los Límites! - Cultivar el Sacerdote Interno - El Trazo de una Pluma - No Desperdiciar
No. 272
Shoftim
Horario de velas de shabat en Montevideo
Viernes 6 de setiembre 18.12
¡NO MUEVA LOS LÍMITES!
Por Yossy Goldman
Muchos países poseen legislación que combate la competencia desleal y los monopolios. El término usado en la halajá (ley de la Torá) para describir esas ofensas es hasagat guevul (“mover las demarcaciones”). La fuente bíblica de esta prohibición se encuentra en la parashá de esta semana:
“No pretendas mover los mojones de tu semejante, que fueron fijados por los antiguos lugareños” (Devarim 19:14)
El significado literal de esta ley es que uno no debe mover las demarcaciones, mojones o cualquier otra señal usada para marcar los límites entre propiedades vecinas. Ir en la noche y mover las demarcaciones para tomar tierra de tu vecino para ti acarrea una prohibición adicional sobre las leyes normales contra el robo.
Tomémonos un momento, sin embargo, viendo algunos de los límites y bordes de la vida judía. Nosotros, también, tenemos vecinos. Algunos son amigos y otros no. Muchos de nosotros vivimos en comunidades más allá del gueto. Muchos de nosotros estamos expuestos a culturas, estilos de vida y ambientes de negocios que son muy diferentes de los nuestros. ¿Cómo puede un judío, rodeado por un mar de vecinos que son amables y amistosos pero que son, culturalmente, muy distintos, ser capaz de conservar su identidad judía?
La respuesta es que necesitamos demarcaciones. Nosotros también requerimos de límites y bordes para ayudarnos a trazar las líneas entre ser buenos vecinos y colegas sociables, y perder nuestras propias tradiciones. De otra forma, perdemos nuestra identidad y nos convertimos en lo mismo que los otros en el barrio o en el trabajo. Cuando invertimos esfuerzo en ser “normales” corremos el riesgo de perder nuestra propia singularidad en el proceso.
"Mamá, ¡estoy enamorada! ¿Qué diferencia hace la religión que tiene? Es un gran muchacho y estamos felices juntos. ¿Cuál es el problema?"
"Papá, todas las chicas judías que conozco son princesas consentidas. Al fin encontré a alguien que se preocupa por mí. Por favor, no te interpongas en el camino de mi felicidad."
Y los padres judíos visitan a sus rabinos y les preguntan: “Rabino ¿en qué nos equivocamos? ¿Cómo nos puede estar pasando esto?”
Bueno, los rabinos son también buena gente y no están buscando causar más dolor o angustia a esos padres consternados de la que ya tienen. Así que, de hecho, no responden a la pregunta sobre en qué se equivocaron. Pero si lo hacen, puede ser algo más o menos así:
La Torá nos enseña que no debemos mover los límites. Perderlo todo comienza perdiendo un poquito cada tanto. Cuando movemos las demarcaciones de la vida judía, lenta e inexorablemente perdemos nuestros límites y las líneas se desdibujan. Los niños, en particular, necesitan líneas claras y sólidas para comprender los límites, los sí y no de vivir una vida judía correcta y significativa. D-os nos dio ciertas demarcaciones para ayudarnos a ver quiénes somos y dónde y cómo vivir. Cuando quitamos esas demarcaciones perdemos nuestros límites y perdemos lo que nos distingue.
Hace mucho tiempo, D-os nos dio el Shabat, un día en que el judío se comporta muy distinto que sus vecinos. Nos dio Kashrut para que también comamos distinto. Y Él nos urge que eduquemos a nuestros hijos en forma judía para que entiendan, sientan y sepan porque son distintos.
Pero si movemos esas demarcaciones, las cosas se vuelven poco claras y la gente joven se confunde. Y luego ellos se preguntan por qué, de repente, estamos poniendo barreras que nosotros mismos habíamos sacado previamente.
Un rabino amigo mío una vez le preguntó a un hombre de negocios importante por qué él, un buen hombre judío, se había casado fuera de la fe. ¿No pudo encontrar una buena muchacha judía? El hombre le contestó con toda honestidad, “Rabino, no frecuento más esos círculos”. Pero si este empresario hubiera conservado la demarcación de una casa kosher, por ejemplo, él todavía estaría frecuentando esos círculos kosher. Al preservar nuestras demarcaciones, preservamos nuestra identidad.
Intentemos encontrar algunas de esas marcas pérdidas de la vida judía. ¿Quién sabe? Podremos descubrir nuestra propia singularidad y nuestros hijos podrán encontrar quiénes son realmente.
CULTIVAR EL SACERDOTE INTERNO
[Dijo Moshé al pueblo judío:] “Los siguientes serán los derechos de los sacerdotes del pueblo, de aquellos que ofrecen un sacrificio de toro, oveja [o cabra]: el hombro, la mandíbula inferior y el estómago.” (Devarim 18:3)
A los sacerdotes les fueron asignadas esas partes específicas de nuestros animales en honor a Pinjas, nieto de Aharón. Pinjas utilizó sus mandíbulas para rezar por la ayuda de D-os mientras se servía de su hombro para atravesar con su espada el estómago de quienes desafiaban a D-os.
Dado que el pueblo judío es una “nación de sacerdotes y una nación santa”, todos tenemos que aprender del ejemplo de Pinjas. Cuando nos enfrentamos a fuerzas internas o externas que se oponen al continuo progreso del mundo hacia su objetivo divino, debemos invocar a nuestro Pinjas interno para aniquilar la obstinación propia o ajena con todo el poder de la santidad.
Sijot Kódesh 5736, vol. 2, pág. 237.
Deuteronomio (Devarim) 16:18 – 21:9
La quinta sección de Deuteronomio continúa el segundo discurso de despedida de Moshé al pueblo judío. Moshé comienza instruyendo al pueblo judío en la designación de jueces (shoftim, en hebreo) por toda la Tierra de Israel para juzgar casos en litigio y garantizar el cumplimiento de la ley. Luego provee instrucciones acerca de los demás líderes del pueblo judío: el rey, los sacerdotes y los profetas.
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EL TRAZO DE UNA PLUMA
R. Yom Tov Ehrlich no se estaba volviendo más joven. Ya tenía 35 años y todavía no estaba casado, y cada vez estaba más ansioso por sus perspectivas de vida familiar. A pesar de múltiples intentos, nada había dado resultado.
Un amigo le sugirió que visitara al Rebe de Lubavitch en Crown Heights, Brooklyn, a poca distancia de su casa en la cercana Williamsburg.
R. Yom Tov, un jasid de Karlin, conocía a muchos jasidim de Jabad de sus años de guerra en Samarcanda . Era 1950 y el Rebe de Lubavitch anterior, Rabino Yosef Yitzchak, acababa de morir, y ningún sucesor había tomado formalmente su lugar.
- “El Rebe ha fallecido”, le dijo R. Yom Tov a su amigo, “¿a quién exactamente debería ver?”
- “Dicen que su yerno es algo especial. ¿Por qué no vas a visitarlo?”
R. Yom Tov hizo exactamente eso. Al llegar al 770 Eastern Parkway, llamó a la puerta de la oficina del nuevo Rebe (que todavía no había aceptado formalmente el liderazgo) y tomó asiento, explicando su dilema con todo detalle.
- “Nuestra costumbre es escribir en papel cualquier pedido que tengamos”, dijo el Rebe. “Ven, te ayudaré. ¿Tienes un bolígrafo?”
R. Yom Tov buscó nerviosamente en sus bolsillos un bolígrafo, sin suerte.
- “Sal y pídele prestado un bolígrafo a alguien”, le dijo el Rebe. “Cuando regreses, escribiremos la carta juntos”.
Y así fue. R. Yom Tov entró en la sinagoga adyacente, tomó prestado un bolígrafo de un señor mayor y regresó a la oficina del Rebe para escribir la carta. Dicho y hecho eso, regresó a la sinagoga y devolvió el bolígrafo a su dueño.
El caballero, cuyo nombre era R. Elimelech Moskowitz, se dio cuenta de que el hombre más joven venía de la oficina del Rebe y supuso que algo debía estar ocurriendo.
- “El Rebe se sienta en su habitación todo el día estudiando Torá y escribiendo notas académicas”, le dijo a R. Yom Tov. “¡Seguramente tiene su propio bolígrafo! Debe haber una razón por la que te envió fuera a buscar uno. Dime, ¿qué le pediste?”
- “Le pedí que me ayudara en mi búsqueda para encontrar una esposa adecuada”.
- “¡Ajá!”, respondió el hombre mayor, “mi hija Jana Rivka también está buscando una pareja adecuada. ¡Ésta debe ser la razón por la que te envió a mí!”
¡Cuánta razón tenía! No pasó mucho tiempo antes de que R. Yom Tov y Jana Rivka Ehrlich se casaran y formaran su propia familia.
NO DESPERDICIAR
El “Reciclar, Reducir y Reusar” tiene profundas raíces en la tradición judía. Incluso antes que Greenpeace apareciera en escena, la Torá ya había trazado el rumbo de una ética ambientalista. Esta todo en este versículo:
“Cuando sities una ciudad por varios días y luches contra ella para tomarla, no derribes sus árboles...” (Devarim 20:19)
Los rabinos del Talmud explicaron: “Si durante tiempos de guerra tenemos prohibido cortar los árboles de nuestros enemigos, entonces ciertamente no podemos destruir árboles productivos en tiempos de paz”. Y no termina con los árboles. Destruir o arruinar comida, ropa, vajilla, plantas, fuentes de agua o cualquier otra cosa que pueda ser de beneficio para alguien está fuera de límites, incluso si no tienen dueño.
Sin embargo, esto no es preservación en aras de la preservación misma. Cuando no hay forma de arreglar o construir excepto destruyendo algo en el camino, entonces destruir es en realidad construir. Hay algunos casos en los que los árboles pueden ser cortados. (Consulte a un rabino ortodoxo competente para guiarlo en un asunto específico).
Pero hay límites a lo que se considera destrucción constructiva. Por ejemplo, romper un jarrón de cristal para mostrarle a su hijo cuan molesto está con su mal comportamiento no es considerado productivo para estos propósitos.
“¡Pero es mio!”, puede gritar el que quiere romper el jarrón. “¿Por qué no puedo hacer lo que quiera con cosas de mi propiedad?”
La respuesta, de acuerdo a la Torá, es que no es realmente tu propiedad. Tu no lo creaste. Cualquier cosa que poseas te fue dada con un propósito divino. No es tuya para derrocharla, está en tu posesión para usarla para bien. Todo lo que D-os hizo en Su mundo, dicen los sabios, El lo creó para Su gloria.
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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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