La rabina: una comedia con corazón, inspirada libremente en el libro de Delphine Horvilleur
En su ensayo Vivir con nuestros muertos: un breve tratado sobre el consuelo (2021), la rabina Delphine Horvilleur comparte con sensibilidad y honestidad su día a día acompañando a familias en duelo. Ese texto inspiró a los creadores Noé Debré y Benjamin Charbit a dar forma a Le sens des choses (El sentido de las cosas), una serie que, en lugar de seguir al pie de la letra el libro, elige otro camino: el de una ficción original donde la comedia y la emoción van de la mano.
La protagonista no es Delphine, sino Léa (interpretada por Elsa Guedj), una joven rabina que consigue su primer trabajo en una comunidad. Luego de abandonar sus estudios de medicina —para desesperación de su padre, André (Eric Elmosnino)—, Léa vuelve a su casa en Estrasburgo. Allí, entre vínculos familiares tensos y espacios que no han cambiado, empieza a ejercer como rabina, respondiendo preguntas existenciales de sus fieles mientras intenta resolver también las propias.
El sentido de las cosas es una serie luminosa, que emociona sin caer en golpes bajos y que logra ser profunda sin ponerse seria. Cada episodio gira en torno a una temática distinta —siempre vinculada a la vida, la muerte, el amor, la identidad— y nos invita a reflexionar sobre las grandes preguntas que nos atraviesan a todos. Aunque se apoya en los rituales del judaísmo para construir sus historias, lo que plantea trasciende lo religioso. Habla de vínculos, de pérdidas, de búsquedas, de convivencias difíciles… temas universales que nos interpelan más allá de cualquier creencia.
Uno de los grandes aciertos de la serie es, sin duda, el elenco. Elsa Guedj brilla en su papel: Léa es inteligente, empática, pero también torpe, a veces un poco cabeza dura o discutidora, y por momentos bastante incorrecta. Y eso la hace entrañable. Se nota que vivió afuera, donde estudió para ser rabina, y ahora vuelve a una casa y a una relación padre-hija que quedaron congeladas en el tiempo.
La serie tiene un tono tierno, con diálogos divertidos y situaciones graciosas —como ese encuentro con su exprofesor (rabino ortodoxo) en una tienda de artículos de caza—, pero no le teme a temas profundos, como los distintos enfoques dentro del judaísmo. El episodio 5, por ejemplo, plantea una conversación imperdible entre una visión ortodoxa y una liberal: ¿cómo mirar la realidad actual? ¿Desde el texto o con ojos de hoy? ¿Quién es el intolerante en una discusión sobre convivencia?
Me conmovió especialmente cómo Léa, con apenas 28 años, logra acompañar e iluminar la vida de otros desde su saber rabínico y su forma de estar en el mundo: sencilla, comprometida, muy humana.
Amo el libro que inspiró la serie: Vivir con nuestros muertos, y lo releo con frecuencia. Por eso, y por todo lo que transmite esta ficción, no puedo dejar de recomendar El sentido de las cosas. Está disponible en Max, y vale muchísimo la pena.