Por Laura Batalla, médica, hija del gran político uruguayo Hugo Batalla
(N. de Red: La autora de estas líneas es médica especializada en adolescencia y familia. Es hija del muy respetado y recordado político Hugo Batalla)
Quizás, y sin quizás, Israel esté pasando el momento más difícil de su historia.
Es público mi apoyo al pueblo de Israel, al pueblo judío. ¿Incondicional? No, por supuesto que no. En política nada debe serlo.
Pero el ataque feroz, despiadado, cruel e innecesario del 7 de octubre de 2023, no puede tener más miradas, ni más posturas, que el apoyo a las víctimas, a los muertos, asesinados, golpeados, quemados, violadas, y a los cientos de rehenes de los que aún quedan cincuenta y nueve en GAza, y de los cuales no se sabe con certeza cuántos están vivos y cuántos muertos.
El momento de la liberación de algunas de las mujeres rehenes, en medio de terroristas enmascarados, hace que no se pueda dudar dónde están los justos.
La macabra puesta en escena con los féretros de la familia Bibas hace lo propio, con la muerte de los dos pequeños, que junto a su madre, también asesinada, y su padre, único sobreviviente, se han vuelto símbolo.
No soy experta en política de Medio Oriente, y he tenido, junto con muchos uruguayos, el privilegio de no tener que vivir ninguna situación de terror semejante. Pero esas solas imágenes hacen que no pueda dudar dónde poner mi solidaridad.
Me duele la población gazatí, por supuesto. Oprimida y sufriente por las acciones del gobierno que eligieron, y que ahora no pueden desechar, como merecerían.
Como en todas las guerras, mueren inocentes. Israel ha dado muestras de buena voluntad con infinidad de propuestas de alto el fuego, incluso liberando un elevadísimo número de presos -presos, no rehenes- por cada rehén, presos que habían tenido un juicio y que eran responsables de acciones terroristas de todo tipo y color. Hamas no ha aceptado ninguna de esas propuestas. Países que sabemos que apoyan el terrorismo islámico, están detrás de estas decisiones.
El rechazo al grupo terrorista yihadista Hamas debería ser unánime, y lamentablemente no lo es. Me duele el alma cuando veo grupos de estudiantes -y docentes- en las universidades más famosas del mundo, enmascarados, y defendiendo asesinos.
Mi deseo más profundo es que Gaza sea liberada del yugo terrorista de Hamas, y que la región pueda prosperar, tal como lo hizo Israel en estos setenta y siete años, convirtiéndose en el único país democrático y libre del Medio Oriente, con una población heterogénea, realmente inclusiva.
Recuerdo a mis padres, cuando visitaron Israel en 1987 y vieron el Muro de los Lamentos y el Santo Sepulcro. Mi madre decía siempre: "Tengo un árbol en Israel", en referencia a haberlo plantado durante su visita.
Saludo a Israel en este nuevo aniversario, y deseo fervientemente que pueda sortear este difícil momento, como lo ha hecho históricamente, y siga siendo un faro de conocimiento, cultura y democracia para occidente.
¡Am Israel Jai!