Por Bryan Acuña
Se pueden imaginar escuchar al vocero de OCHA (Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios) decir que Gaza es el lugar más hambriento del planeta. Esas fueron sus palabras a finales de mayo de 2025, que sin desmerecer su clara preocupación por lo que ocurre en ese sitio, es una bofetada a otras crisis que hay en el mundo.
Por ejemplo, el campamento de Zamzam en Darfur del Norte se encuentra en una condición de hambruna Fase 5, el más alto conforme a los indicadores de acuerdo con las propias Naciones Unidas, sin dejar de lado que aproximadamente 25 millones de sudaneses enfrentan inseguridad alimentaria, donde al menos 2 millones se encuentran en una grave situación de hambruna, contemplando que es un territorio con 8.7 millones de desplazados, 14% de población infantil con desnutrición aguda y con bloqueos y falta de acceso humanitario que empeoran el asunto.
Otro ejemplo, Yemen (que lo he utilizado en diversas ocasiones), acá la situación militar ha dejado a 18.2 millones de personas (cerca del 50% de la población total) en inseguridad alimentaria aguda en 2025. Las zonas controladas por las guerrillas hutíes tienen situación de hambruna, desnutrición aguda y riesgos de salud altísimo para la población infantil de Yemen, donde incluso se señala que cerca de 600 mil niños están en una situación de desnutrición aguda y un acceso limitado, en un sitio donde la guerra interna y los ataques de la coalición árabe han generado 375 mil muertos aproximadamente desde el inicio del conflicto.
Como tercer ejemplo, y sin ir muy lejos de nuestro continente tenemos el caso de Haití, donde hay cerca de 5.4 millones de personas en inseguridad alimentaria aguda, con 15% de la población infantil en condiciones graves, con difícil acceso a servicios básicos por la situación estatal y de las pandillas que hace que sea técnicamente imposible canalizar ayuda humanitaria de manera sostenible en el tiempo, principalmente porque la violencia priva de posibilidades el ingreso de ayuda desde el exterior.
Sí, es cierto que la situación en Gaza conforme a los informes es excepcionalmente severa debido a la alta densidad poblacional y la dificultad desde marzo para el ingreso irrestricto de ayuda humanitaria, que lleva a que 96% de la población (según estos mismos datos) tengan en grave riesgo a la población de Gaza, sin embargo, Sudán y particularmente el campamento de Zamzam tiene los umbrales de desnutrición y de mortalidad mucho más altos a nivel global, por cuanto ya hay una declaración de hambruna en fase 5, aunque evidentemente esto no es un concurso de tragedias, pero sí un llamado de atención porque una vez más se están aprovechando de la grave situación de Gaza con fines propagandísticos.
Otro ejemplo en este mismo contexto fueron las palabras de Tom Fletcher Secretario General Adjunto de OCHA el 20 de mayo hizo pública una declaración mencionando que al menos 14 mil bebés palestinos morirían si no llegaba ayuda a Gaza en 48 horas, situación que no estaba planteada inicialmente de ese modo.
A pesar del “error”, la desinformación circuló a nivel global y para cuando se desmintió ya había hecho su efecto multiplicador con condenas incluso de gobiernos a nivel internacional, de nuevo Gaza se convirtió en un escenario de sensacionalismo y del efecto multiplicador de las redes sociales.
La pregunta que cabe nuevamente es ¿por qué en Gaza domina este tipo de narrativas? La respuesta no es sencilla, ni única, pero posiblemente este conflicto capta las atenciones globales debido a su impacto geopolítico y el interés que despierta esta región para el mundo en general, principalmente desde esa perspectiva.
Por otra parte, hay una accesibilidad mediática que incluso supera cualquier cerco existente, lo que se puede prestar para mezclar situaciones reales y situaciones ficticias o elaboradas. El grupo que domina la Franja de Gaza es “famoso” por hacer “puestas en escena” donde simulan situaciones de riesgo y ataques para viralizarlos en redes, situación que en la actualidad al parecer ya no importa a los medios de mayor difusión compartirlos, aunque no haya una verificación previa. Como ocurrió también con un vídeo que circuló la BBC y otros medios señalando un supuesto ataque israelí contra palestinos en un centro de distribución de ayuda, que posteriormente desmintieron, que ellos rectificaron, pero sigue circulando en su página, porque les sigue generando movimiento de lectores.
Gran parte de este material circula también gracias a la complicidad de medios como Al Jazeera de Qatar o TRT (cadena turca), quienes en repetidas oportunidades reenvían este tipo de material de sus “corresponsales” en el sitio, en muchas oportunidades son civiles con acceso a un teléfono móvil y con ganas de presentar lo que sea, ante lo cual, medios masivos en Occidente han visto un gran nicho de consumo y la generación de “me gusta” y de compartidos generando que el algoritmo trabaje a su favor.
Hay una terrible culpabilidad de los medios en hacer masivas estas desinformaciones, pero lo es mucho más que organizaciones globales de ayuda humanitaria se presten para lanzar datos de forma irresponsable, sin medir los efectos que lo que dicen pueda ocasionar entre la opinión pública y en especial en nuestro mundo de consumo inmediato de información.
Como profetas del apocalipsis ya han dicho que en Gaza hay un riesgo de hambruna desenfrenada, altas posibilidades de brotes de enfermedades como poliomielitis, cólera, tifus o hepatitis A, también han pronosticado un colapso generalizado del sistema hospitalario de Gaza y el fin del ecosistema urbano. Cada una de estas predicciones no se están cumpliendo, por suerte, lo de Gaza sin duda es terrible, pero promover este tipo de narrativas ayuda menos y genera más tensiones y problemas en el marco mediático y diplomático que las soluciones que realmente pueda causar al utilizar esto para presionar solamente a un actor de la ecuación, a Israel y dejar de lado a los grupos islamistas que controlan y someten Gaza a esta forma casi necrófila de impulsar sus objetivos.